Las lágrimas del paro



El 7 de septiembre del 2013 marchaba a mi trabajo como todos los días. En coche. Mi trabajo me hace moverme por muy distintas y variadas zonas de Madrid y pueblos cercanos. E inevitablemente paso ante varios oficinas de (mal llamadas) empleo. Y esas largas colas frente a las puertas de estas oficinas forman parte del paisaje urbano, son como los bancos o los parques colocados por el Ayuntamiento para que jueguen los niños, perennes ante la lluvia, el frío y el calor. Quizá mejor sería compararlos con los árboles... porque tienen vida.

Son 4.724.355 personas.

Y resulta curioso la diversidad de gente que veo en esas colas. Es la igualdad en su máxima expresión: está el universitario, el obrero, la mujer, el hombre, el que tuvo alguna vez y el que nunca tuvo, el joven y el mayor, el peinado y el despeinado. Y la igualdad les hace ser auténticos.

Son 4.724.355 personas.

Y aquel 7 de septiembre salía un chico de unos 28, 30 años de una de estas oficinas. Salía llorando. Y entonces y pensé cuántas y cuántas personas se preparan para su primera entrevista de trabajo, cuántas y cuántas personas preparan su segunda, tercera y vigésima entrevista de trabajo. Y los años que habría dedicado aquel chico a prepararse para tener un empleo. Y la de veces que tendría un “no” por respuesta. Y en cada “no” se va una ilusión y tantas y tantas horas de estudio, preparación. Y en cada “no” se va un proyecto de vida: la necesidad de poder pagarse los estudios, de poder organizar su vida en pareja, de poder dar una alegría a su gente cercana, de poder darse un baño de autoestima, y hasta alguno habrá que podrá tener su primer empleo para poder pagar a un psiquiatra que le explique lo inexplicable.
Quizá no haya visto la genial película “los lunes al sol” de Fernando León de Aranoa con las no menos geniales interpretaciones de Luis Tovar y Fernando Tejero, en donde llegada una cierta edad ya no se llora cuando te dicen “no”.

Son 4.724.355 personas.

Aquel 7 de septiembre era un día “importante” para la España que se prepara para un futuro mejor: en Buenos Aires nos van a decir si en el año 2.020 tendremos nuestros Juegos Olímpicos. Son muchos años de preparación, viajes, reuniones para conseguir algo que llevamos anhelando casi diez años. España ha movido sus piezas, ha invertido dinero, y tiene 85.000 voluntarios preparados para ayudar cómo y dónde les digan si tenemos la suerte de ser la ciudad elegida.
Y pienso en el chico que lloraba al salir con su “no” al salir de la oficina del DESempleo. Él también habría movido sus piezas, su familia o quién sabe si él mismo con algún préstamo o de cualquier forma ha invertido dinero y aunque no haya tenido 85.000 voluntarios sí habrá tenido un “voluntario” de clase que le prestó apuntes de aquella asignatura “imposible”, algún “voluntario” que le recogió en coche porque no llegaba a la hora del examen.

Al mediodía se comunica al mundo entero que la ciudad elegida para organizar las Olimpiadas del 2.020 ...no es Madrid. Y ya no importa quién es la ciudad elegida.
Y los medios de comunicación captan una imagen que pretende impactarnos Alejandro Blanco, presidente del Comité Olímpico Español llora porque no hemos sido elegidos.

Y por fin un político llora porque sus años de preparación y estudios ha recibido un “no”. Y saldrá de la oficina del Desempleo como el chico que vi aquel día. Y ese “por fin” no lo digo con alegría por ver a alguien llorar.
Tantas cifras y cifras de parados dichas cada mes que ocupan unos segundos de las noticias por algún político con cara de compungido. Sin lágrimas... pero compungido. Aquel día “por fin” vi a un político llorar porque tenía un “no” para él incomprensible. Tan incomprensible como el “no” de aquel chico.

Y jamás diré que me produjo satisfacción aquel “no” a Alejandro Blanco. Pero no puedo negar hoy que aquel día UN POLÍTICO entendió lo que es prepararse y luchar por un “sí” y salir de la oficina con un “no”. No es uno más al paro, es que una imagen vale más que mil caras compungidos. Es que un político y todo su séquito, y sus familias vieron a aquella persona llorar. Y le vieron llorar el día que 4.724.355 personas lloraban como él: por un “no”.

Siempre me cabe un consuelo: el político se recoloca con facilidad haya hecho lo que haya hecho, incluso irregularidades en su gestión. Y entonces la cifra no variará: 4.724.355 personas será el número de parados.
Y otra vez a esperar al mes siguiente: y otra cifra...y otro político compungido.

Pero aquel día, unos minutos, unos segundos, un instante, un político sintió lo mismo que aquel chico saliendo de la oficina del DESempleo: la sensación de injusticia, rabia, tristeza y dolor porque tú te habías preparado para un “sí” y tuviste por respuesta un “no”.

Las paradojas de la vida me hicieron hasta pensar que quizá aquel chaval se había apuntado de voluntario. Quién sabe..

Sigo pasando con mi coche muchos días por aquel lugar. Nos quedamos sin Olimpiadas, pero hoy solo se me ocurre

SUERTE CHAVAL