Lo peor
no es la bajeza humana moral, sino habituarse a ella.
La enorme
competitividad laboral está provocando un cambio sustancial en la
formación de la gente joven en los últimos tiempos: hasta hace no
mucho educábamos a los chicos/as insistiendo en unos valores
que iban a abarcar el funcionamiento en todos los ámbitos en los que
se iban a encontrar en el futuro: familiar, laboral, emocional,
afectiva, etc etc.
La simbiosis
entre los tres pilares en que se iba a basar este futuro de los
chicos, familia-colegio y amigos,
funcionaba de manera unitaria, muy coordinada, de forma que lo que en
casa se trataba de inculcar y existía la certeza de que iba a ser
la base del futuro, tenía continuidad muy clara en el colegio y en
el grupo de amigos en los que nos movíamos.
Pero
la propia sociedad nos ha cambiado a todos y ahora esos valores
morales como el agradecimiento, la amistad, la bondad, la honestidad,
la humildad, la lealtad, la prudencia, la paz, la solidaridad o la
tolerancia (cito los primeros que se me vienen a la cabeza) ya no
valen para todos los ámbitos en donde se van a mover los chicos en
el futuro.
¿Imaginamos
por un momento el futuro que le espera a nuestros alumnos en sus
empresas si pretenden triunfar siendo bondadosos,
honestos, humildes, etc etc? Pero ¿y en su vida privada? ¿dónde está la felicidad: en tu éxito laboral o en el personal? ¿es compatible la felicidad en ambos?
Y
los adultos, como padres o educadores, tratamos de “disimular”
ese doble juego que hacemos con los chicos dejando que ellos mismos
vayan decantándose como van a utilizar esos valores morales en el terreno
privado e íntimo, pero indicándoles de manera muy clara de palabra
o con hechos que “en la vida profesional esos valores no valen o cuanto menos utilizarlos de manera óptima e inteligente”.
Los
valores morales perfeccionan a las personas en cuanto a los valores
buenos que realice. Y ese es el camino que te debe de llevar a la
felicidad, pero los chicos saben perfectamente que son muy dueños de
elegir los valores morales, y al ser una decisión muy personal y no
existir obligatoriedad para llevarlas a cabo, esa flexibilidad les
lleva a vivir unas contradicciones enormes que captan y asimilan como
una esponja: en el trabajo hay que progresar como sea y en la vida
normal vale casi todo.
Ejemplos
a cientos.
La
situación que voy a relatarles es real y auténtica; parece más
bien un folletín pero ilustra bastante bien lo que ocurre. Por
motivos evidentes omito los nombres.
Un
grupo de amigos y amigas, unos 8 o 10, forman un grupo muy compacto
desde que comienzan sus estudios universitarios. Tienen 17,18 y 19
años. Entre el grupo hay una chica y un chico que desde primero de
carrera mantienen una relación “seria”; tan “seria” como que
al día de hoy, pasados ya 5 años, todos están con las carreras
finalizadas o a punto de hacerlo, y ellos “se mantienen juntos”.
Todos
viven en Madrid; algunos vienen de toda España, algunas tienen a la
familia en Madrid pero por motivos personales prefieren y deciden
vivir fuera de casa.
La
chica que lleva esta relación que hemos llamado “seria” mantiene
paralelamente a “la seria” unas cuantas relaciones más; tanto
cuando marcha a su ciudad de origen en vacaciones como en la propia
ciudad en donde reside su “novio”.
Mantengo
conversaciones con una de las componentes del grupo que vive
intensamente la amistad con el grupo y le hago la observación de que
no me parece del todo correcto la actitud de la amiga. Me mira como
un bicho raro y me razona: “estamos en la edad”. Y quizá llegue
medio a entenderlo con el triste argumento (aunque muy cierto) de que
el que “esté libre de pecado que tire la primera piedra”.
Pero
sube el nivel: y la chica en cuestión necesita del apoyo de las
compañeras para tapar sus encuentros “propios de la edad”. Y lo
encuentra a modo de mentiras y estrategias encaminadas a hacerle
llevar “ en secreto” las relaciones que van surgiendo a lo largo
de su “noviazgo”.
Y
sube el nivel, y en una de las conversaciones con mi conocida me
aclara con un argumento: “¿si no lo hacemos ahora, cuando?” dando
a entender que los afectos los podemos dirigir desde la cabeza
situandolos en el tiempo y en el espacio a nuestro agrado; y de hecho
me comenta que ella misma tiene dos relaciones: una relación fuera de la universidad
y otra con un chico de su clase, ambos saben de la existencia del otro y por ello mantienen fuertes
discrepancias con ella, pero ella les ha aclarado que la universidad
es un terreno diferente al de la vida fuera. Y le va genial...con
ambos.
Y
sube el nivel. La “novia” marcha a un curso al extranjero y
mantiene informados a los demás componentes del grupo de sus
conquistas amorosas y éxitos durante su estancia en la nueva ciudad
enviando fotos y escenarios por las distintas redes sociales. Y en el
grupo se mantiene “el novio” que anda ahorrando para hacerle un
regalo a la vuelta a la chica: un viaje a París.
Y
sube el nivel. A la vuelta marcha “nuestra pareja” a París. Y la
“novia entregada al regalo del novio” cuelga en las redes
sociales una foto con ambos felices en su viaje. La conocida mía y
amiga desde hace unos 4 años de “la pareja”, pone un comentario
en la red social que por supuesto es leído por todo el que quiera
entre los que desde luego está todo el grupo de amigos en donde
alaba y aplaude la buena pareja que forman dándoles la enhorabuena.
Forman una pareja ABSOLUTAMENTE genial.
De
lo que ha ocurrido o están viviendo ahora carezco ya de información.
No
trato de moralizar más de la cuenta ni de pensar que estas cosas no
pasaban antes y pasarán siempre. La diferencia radica en el
conocimiento de todas las partes implicadas (incluidas familias), la
continuidad en el tiempo y la ostentación del tema al comentarlo en
las redes sociales con total tranquilidad.
No
se trata de algo que manejan un par de personas con discreción bajo una
cierta “mala conciencia”. Se trata de que “están en la edad” y empieza a ser aceptado por todos.
Y
por supuesto que no toda la gente joven se conduce así, pero la
cantidad que procede con conductas de este tipo aumenta y lo que es
más definitorio, entre ellos se ve como más normal ser así.
Y
mi reflexión, al margen de la importancia que cada uno quiera darle a
esta situación que les cuento, es mi convencimiento de que estas
personas llevarán este estilo de vida y actuarán en un futuro de
manera similar en su vida profesional-laboral, afectiva, económica y
familiar con el absoluto convencimiento de lo correcto de su proceder
con la misma naturalidad que están actuando en la situación que les
he relatado.
El
total control de los valores morales desde la cabeza y prescindiendo
totalmente del corazón viene en la mayoría de las veces avalado por
las familias que miran hacia otro lado o/y hasta les hace gracia
estas actuaciones de sus hijas/os o de alguno de los amigos de éstos.
Y
entre tanto los colegios andan desconcertados dando una respuesta
confusa y desordenada a lo que ocurre en las aulas en este sentido.
Estoy por ver qué ocurriría si se diera una respuesta en los
centros educativos de una forma tan tajante y severa y dándolela misma importancia a un mal comportamiento de un alumno con un amigo que
a unos malos resultados académicos.
Los
colegios incorporan psicólogos perfectamente preparados. Y es de
alabar la iniciativa.
Pero yo preferiría
una actitud ejemplar en los colegios: quizá prescindir de algún
docente dando una explicación al alumnado y mediante carta a las
familias, que ese profesor en cuestión ha sido expulsado del
centro por no ser solidario con un compañero de trabajo o por actuar
de una manera poco honesta y digna con otro profesor. ¿Imaginamos por
un momento la reacción del alumnado o de las familias? En un
instante el centro educativo lanzaría al alumnado y a las familias
un mensaje claro sobre la conducta a seguir: suspender está mal,
comportarse moralmente mal es mucho peor.
Me
apunto a este colegio!
No
duden de que la actual corrupción, falta de escrúpulos a todos los
niveles, empezó a gestarse cuando hace tiempo estas personas
empezaron a tener un control de los afectos desde una cabeza
perfectamente “educada” para un éxito laboral, o cuando las
familias y amigos “miran hacia otro lado” cuando aparecen este
tipo de situaciones; y con absoluta naturalidad nos estamos
habituando a este tipo de actuaciones.
Lo peor
no es la bajeza humana moral, sino el hecho de habituarse a ella.
Empiezo
el verano y voy a tratar de contaros experiencias reales vividas
durante el mes de julio con gente “diferente”.
Una
chica absolutamente genial que tras el paso por la universidad en una
ciudad alemana, decide regresar a su casa en el campo.
Un
niño de 14 años distinto que prefiere dedicar su último día de
campamento de verano a un segundo paseo por Salzburgo en vez de
organizar junto a sus compañeros/as de campamento de verano la
fiesta de despedida en la discoteca.
La
sorprendente actitud de una niña con el pañuelo tapándole el pelo
en una plaza repleta de gente y rodeada de su familia con los
correspondientes burkas.
El
original viaje que preparan dos estudiantes residentes en Salzburgo
de 23 años por Sudamérica.
O
la sorprendente realidad de una componente de la filarmonica de
Minks.
Gracias
por seguir leyendo; yo mismo me sorprendo de llegar a tener tal
cantidad de seguidores.
Si
escribiera bien sería ….