Miradas
de un día
cuántas
veces escuchamos o leemos frases que nos impactan por su belleza o/y
su facilidad para expresar en una línea sentimientos, actitudes y
situaciones. A veces nos llegan incompletas; como la que descubrí no
hace mucho en un escrito de San Jerónimo. Se trata de la frase que
dice “la cara es el espejo del alma”. Y es muy cierto.
Y
tiene continuación: “y los ojos confiesan en silencio los secretos
del corazón”.
Y
ahora el pensamiento es más completo.
Y
cuán cierto es que hay tantas miradas como personas.
hay
miradas huidizas de quién está de paso, de aquel que aterrizó por
casualidad en una ciudad, en un trabajo que ni le correspondía ni
ahora le llena
hay
miradas ausentes de quién ya se marchó antes de que terminen sus
días entre los que tanto vivieron juntos; que ahora ya solo miran
sin ver, miran su pasado y empiezan a ver el futuro
hay
miradas atrapadas de quién está en un sitio que no le corresponde;
atrapada por la vida en el amor encontrado en cada esquina, amor que
fue entrando en su alma de manera sosegada, despacio y discreta para
encontrar acomodo primero en la complicidad, pasar después por su
cuerpo y alojándose en las ilusiones
hay
miradas secas, resacas de quién carece de intimidad y presta sus
sentimientos alojandolos en donde le dicta su conveniencia; miradas
que no soporta un espejo
hay
miradas dignas de quien camina distante entre tanta persona cambiante
hay
miradas aliadas al poder, de quien su vulgaridad le aconseja
acoplarse al sol que más calienta; miradas ambiciosas, seguras y
convencidas de que la cabeza manada el riego a los ojos y no el
corazón
hay
miradas agotadas, muertas de quién está fuera manteniéndose
dentro, de quién deja años de su vida en un rincón no entendiendo
por qué su espacio permanecerá vacío
hay
miradas enfermas y hastiadas de quién fue borrando de su vocabulario
todos los verbos menos uno: soportar
hay
miradas con escote, que no soportan complicidad con otras miradas que
se alojan en diminutos espacios de tiempo fuera de los ojos
hay
miradas que tapan unos ojos hermosos de quién oculta tras ellos la
vida que no es de nadie, nada más que suya, innegociable; de quién
la naturaleza regaló con unos tonos cambiantes para protegerla del
entorno, entorno para el que no está preparada del todo
hay
miradas sensuales de quién sabe que el género masculino se hace el
encontradizo para soñar unos segundos y de quién sabe que el género
femenino envidia la naturalidad que no da la experiencia ni los años,
sino la propia naturaleza
hay
miradas unidas permanentemente a una sonrisa formando parte de su
esencia y su ser
hay
miradas que esperan que alguien les enseñe a mirar cada esquina; de
quién está fuera de juego y reclama ayuda de los adultos
desconcertada por ir descubriendo que los años deforman y no forman
como le cuentan cada hora en sus aulas
hay
miradas con ritmo de quién va por delante de todos, incapaz de
mostrar su desprecio a los que permanecen quietos e insensibles;
miradas de los felices
hay
miradas directas, planas y claras de quién piensa en todos y en
todo; de quien sus responsabilidad le lleva a escuchar al que le
apetece, de quién decide; de quién hace tiempo dejó para otro
escenario la ternura y la paz
hay
miradas eterna y permanentemente tristes de quién llegó para crear
y dirigir quedando sus ojos con el tiempo en la tristeza del cobarde
comprendido
hay
miradas que ocultan un antes, que llegaron de la mano de un misterio
y permanecen siempre y nunca se irán; de quién su silencio
desprende respeto por aquello que nunca contó ni contará
hay
miradas correctas, profesionales de quién aparece y desaparece por
las esquinas; miradas hábiles de quien no necesita adornar nada
porque cumple con ellas lo que le pidieron cuando llegó
hay
miradas que revolotean en torno a la adversidad, de quién no cambia
de hábitos ni costumbres; de quién está solo y sin consuelo
hay
miradas que tardarán tiempo en recuperar la temperatura, de quién
nunca acaba de marcharse
hay
miradas envejecidas con un cuerpo joven porque la naturaleza no les
explicó que las miradas de los viejos no es universal
hay
miradas que miran al sol cerrando los ojos de quien camina con una
inercia rebelde; miradas temerosas de enfrentarse al espejo,
desubicadas, tristes y llenas de agua
Personas.