una cena con Justin Bieber y Sato

10-15 años atrás:
Alrededor de mi casa, en el madrileño barrio de Mirasierra, desde primera hora de la tarde se notaba un gran revuelo. Tres calles cortadas, camionetas acondicionadas para hacer maquillajes, instalación de enormes focos y un largo etc de anormalidades que despertaron la curiosidad de todos los vecinos.
No tardamos mucho tiempo en descubrir que lo que alteraba el ritmo normal del barrio era la elaboración de una película, o mejor dicho: de una escena de una película.
Desde la terraza de casa empezamos a ver a los actores preparándose para rodar la escena; y entre aquellos actores se encontraba una muy conocida actriz española. En cuanto mi hija Beatriz la reconoció me convenció para bajar a pie de calle y conseguir un autógrafo de la chica en cuestión. Con habilidad nos fuimos acercando al lugar donde estaba la actriz consiguiendo finalmente colocarnos a unos 15 metros de ella. Desde allí, bolígrafo y papel en mano, la llamamos por su nombre. Pero nuestro gozo en un pozo; el que acudió a nuestra llamada fue un chico de unos 25 años que nos alejó de inmediato del lugar porque la grabación iba a comenzar y estorbábamos. Y puedo afirmar que al chico le asistía toda la razón porque en nuestro afán por conseguir el autógrafo estábamos en medio de donde se iba a producir la filmación. Nos marchábamos cuando la actriz cruzó la calle y se vino directamente donde estábamos nosotros para interrumpir lo que iba a ser el inmediato comienzo de la "acción". Habló con nosotros, y no sólo nos llevamos el autógrafo, sino que colocó a mi hija en un sitio en donde muy posiblemente saldría en la escena que se iba a filmar.
Aquella chica era Belén Rueda.
Pasaron varios años, y a la salida del colegio Base de Madrid, me crucé con Belén. Grande fue mi sorpresa cuando Belén me reconoció y recordó perfectamente la escena de aquel ya lejano día e incluso recordaba el nombre de mi hija. Teniendo muy claro que sólo me parezco a George Cloony en el color del pelo descarté de inmediato cualquier motivo que no fuera el que estaba ante una persona sencilla y muy normal.
Poco tiempo después volvimos a coincidir por razones semiprofesionales en un musical que hice en el teatro Mira de Pozuelo durante unas Navidades y cuyos beneficios fueron destinados en su totalidad para la asociación "Menudos Corazones" de la que Belén es socia fundadora.

15- 20 años atrás:
Arvidas Sabonis es uno de los jugadores más brillantes que ha dado el baloncesto mundial. Impedido por una lesión gravísima (rotura del tendón de Aquiles) consiguió ser un deportista decisivo por allí por donde pasó. Y uno de aquellos sitios por donde pasó fue Valladolid en donde coincidimos durante tres temporadas siendo yo primer entrenador del Forum Filatélico. Ser entrenador de Sabonis tiene un condicionante enorme para aquel que lo fuera: siempre será el entrenador de Sabas, como le llamábamos todos, y nunca se recordará que la temporada anterior me habían nombrado mejor entrenador del año. Pero lo doy por bueno; me dió tiempo a conocer a una persona excepcional muy por encima de su categoría como jugador. De las muchas anécdotas que podría contar de aquellas tres temporadas quiero compartir con vosotros una:
Llevaba Sabas un par de semanas en Valladolid cuando se personó en las oficinas del club para pedir una casa más grande de la que el club le había adjudicado. Y nos pareció un poco fuera de lugar puesto que el número de habitaciones era más que suficiente. Y allí me fuí a su casa para intentar "negociar" la conveniencia de el cambio. La conversación duró escasamente 5 minutos. Volví a las oficinas del club y trasmití al presidente, Gonzalo Gonzalo, la necesidad urgente de cambiar de alojamiento a Arvidas Sabonis. Y es que al entrar en la casa de Sabas de Valladolid comprobé que allí vivían unas 15-20 personas distribuidas en colchones por todas las habitaciones, pasillos y salones de la casa. En 15 días de estancia en Valladolid aquel grandioso jugador había ubicado a todos aquellos compatriotas y, lo que es más impactante, había contactado con un directivo del club, Angel Senovilla, para que comenzaran a trabajar en la finca que este directivo tenía a unos 15 kilómetros de Valladolid.
Arvidas Sabonis era, y es, un jugador de 2,21 metros de altura. Pero con una sencillez y estilo personal, solidaridad y grandeza muy superior a su estatura.

Un año atrás.
Arsenio Fernández de Mesa es Director de la Guardia Civil.
Antes de acceder a este cargo ha sido Diputado electo en la IV, V, VI, VII, VIII, IX y X Legislatura.
En honor y respeto a la amistad que nos une no voy a referirme a las muchas anécdotas que he compartido con él en las innumerables cenas que hemos tenido. Una persona que ha tenido despacho durante tantos años en la Calle Génova en Madrid (sede del PP) ha vivido y visto muchas cosas dignas seguro de ser contadas. Pero su categoría profesional y personal ha hecho que en ninguna ocasión Cuco, como le llamamos los que nos honramos de ser amigo suyo, me haya contado nada de sus largas horas de vivencias políticas.
Sin embargo sí quiero referirme a un comida que no hace mucho tiempo tuve con él. Y fue en la sede central de la Guardia Civil (calle Guzmán el Bueno 110) en Madrid.
Cuco tuvo a bien invitarme. Y allí fuí. No puedo ocultar que, al margen de la alegría que suponía para mí el que un amigo tuviera un cargo de tanta importancia, la comida prometía ser importante no solo por la compañía sino por el contenido. Y decepción importante para mi estómago y lección aún mayor para mi conciencia: la comida fue de una austeridad ejemplar. Tan ejemplar como se supone que debe de ser cuando el anfitrión es un cargo de la relevancia que tiene un Director de la Guardia Civil.
Después del café marché; y en el primer piso dejé a Arsenio Fernández de Mesa haciendo números para que cuadren bien las cuentas de la Guardia Civil.
Algo intuía antes de aquella comida. Conozco cómo y dónde vive Cuco. Aquella sopa de primer plato y judías verdes de segundo era la confirmación a tantas horas vividas en su despacho de la calle Génova (como en tantos y tantos despachos de políticos de todo signo y color) a donde llega gente con 10 bienes y sale con unos cuantos ceros de más. Cuco entró con 10 y salió con 10. Ningún cero de más.

Viene al caso estas tres historias porque cada vez escasean más y más gente sencilla y normal.
Gente con clase personal y profesional.
Tres mundos tan diferentes (actores, deportistas y políticos) pero con dos cosas en común: la primera que se tratan de profesiones mediáticas y muy expuestas a la opinión pública; y la segunda por ser profesiones que en muchos casos son el espejo en el que se ve tanta y tanta gente joven tan necesitada de ejemplos de conducta y estilo personal.

Y es que hace un par de semanas ví a Justin Bieber en un programa de Antena 3. Algo no marcha cuando Un personaje semejante es "alguién".
Conozco que este blogg es seguido mayoritariamente por gente joven de colegios y universidades en donde seguro que Justin Bieber tiene muchos admiradores. No quiero ofender; como de la misma manera no quiero parecer otro Justin Bieber y creerme que soy algo más que una persona con unos cuantos seguidores en este blogg. Nada más lejos de mi intención.
Pero lo que sí tengo claro es que si organizo una cena a la que acuden Justin Bieber y Sato (que es el nombre de mi perro golden retriever) el primero tendría serios problemas en mantener un nivel de inteligencia del segundo... y desde luego en lo referente a la educación Sato gana por goleada.
Y es que mi perro es normal y sencillo.



Un apunte: una seguidora del blogg me manda desde Alemania un apunte corrigiendo una falta de ortagrafía que al parecer he repetido con frecuencia en mi anterior entrada. Puse varias veces "stres" en donde debía de figurar "estres".
La seguidora es además de "seguidora" una mujer genial.
Además de una "mujer genial" una persona normal y sencilla.
Y además de ser "normal y sencilla" es mi hija.
Así que gracias por la corrección.
De momento dejo el escrito como estaba; de forma que cuando alguien lea ambas entradas (ésta y la anterior) comparta conmigo la alegría de saber que con hijas tan lejos en la distancia pero tan cerca en los afectos las faltas de ortografía pasan a segundo plano.