un jilguero en Montecarmelo

Montecarmelo es un barrio nuevo situado en la zona norte de Madrid, al oeste de la M-607 y al sur de la circunvalación M-40.
Montecarmelo surgió a raíz de la elaboración del Plan General de Ordenación Urbana der 1997 del Municipio de Madrid.
Montecarmelo ha visto como a lo largo de estos últimos años los propietarios de las extensas huertas de almendros, de las tierras del pueblo de Fuencarral fueron dando paso a viviendas modernas, piscinas, colegios, zonas de deporte y ocio y tiendas para atender a toda esa población nueva que llegaba a la zona.

En Montecarmelo, entre tanta calle con nombres que hacen referencia a diferentes monasterios de España, una familia permanece anclada en esos 20 años atrás.
La familia es de raza gitana. La componen en la actualidad 4 personas: la madre, el padre, la hija y un perro.

En el paisaje de niños con uniformes escolares se mueve la pequeña de la familia "gitana". Sin uniforme (y sospecho con poca escuela).
En el paisaje de las señoras que compran en el inevitable Mercadona se mueve la madre de la familia "gitana". Con aspecto diferente a lo que es normal por la zona y con un hablar distinto.
En el paisaje de los señores que salen a sus respectivos trabajos en coches de todo tipo se mueve el padre de la familia "gitana". Acude puntual los domingos a la salida de la iglesia esperando alguna ayuda, está pendiente de llegar antes que los camiones de recogida de la basura...para echar un ojo. No se le conoce trabajo salvo áquel que se vive día a día en la calle. Su ocio conocido y reconocido es algún paseo con su hija y su perro.

Se comenta, se dice que en un principio vivían la pareja y tres hijas. Una de ellas se casó bien joven, la otra parece que tuvo algún revés inesperado que la ha colocado en situación difícil con la justicia. Sea lo que fuere la familia vive entre sus vecinos con discreción y educación. Nadie puede decir de ellos que hayan ocasionado ningún problema. A base de tanta convivencia cercana los cuatro miembros se han ido abriendo un hueco entre sus vecinos.



En Montecarmelo existen vías acondicionadas para correr o/y pasear que al atardecer, o muy a primera hora de la mañana, reciben la visita de cientos de personas cuyo ocio diario es cumplir con un rito muy de moda en la actualidad: hacer ejercicio físico.
Hace un par de sábados una chica de unos 25-30 años paseaba por uno de estos caminos cuando, junto a unos arbustos, encuentra una jaula con un jilguero en su interior.
Alrededor de la jaula no hay nadie; hay cosas: arbustos, hierbas y algo de naturaleza. Pero no hay nadie.
Y nuestra chica piensa que el jilguero que está en su interior no tiene dueño. Está abandonado.
Llama a una asociación encargada del cuidado de estos animales abandonados para explicar el lugar exacto en donde se encuentra el pájaro prisionero...y abandonado para que vengan a recogerlo.
Y la conversación telefónica con los servicios de cuidado de los animales se ve interrumpida.
De entre los arbustos surge un hombre con una  niña de la mano. Es de raza gitana. Es el vecino.
Y explica y justifica la situación del jilguero: "este jilguero no canta porque está todo el día en casa entre cuatro paredes. Necesita NATURALEZA. Un entorno que le ayude a cantar. Y lo tiene que aprender solo". El hombre permanece agarrado de la mano de una niña. Se agarran la mano con fuerza. Con la fuerza que transmite por una parte el orgullo de saber que su padre sabe más que nadie de ese tema y el orgullo del que sabe que está enseñando algo a la niña.
La chica se disculpa, deja la jaula en el sitio donde estaba y continúa su camino.
Atrás queda el jilguero aprendiendo a cantar. Atrás queda la niña con poca escuela. Atrás quedan los camiones de basura.


Algo no hacemos bien los adultos cuando parece que nuestros hijos no son felices si no conocen Disneyland Paris.
Qué fácil parece ser un buen padre y qué difícil lo hacemos.


"Sed alegre con los niños, como pájaros del cielo"
Fiódor Dostoyevski