el jueves,9 de junio, conocí a Lilian Tintori en una charla-conferencia en Madrid a la que tuve el placer de ser invitado por el periódico LA RAZON.
Lilian Tintori es una "mujer menuda y visceral" símbolo de la lucha por la libertad en Venezuela, en donde su marido, Leopoldo López está encarcelado desde febrero del 2014. Y está encarcelado por proponer desde el partido VOLUNTAD POPULAR en público "una salida constitucional, pacífica y democrática" a la salida caótica por la que atravesaba en aquel momento -y desde luego agravada en la actualidad- Venezuela.
En los posteriores a la charla ví a Margarita Robles, flamante fichaje del PSOE para presentarse a las elecciones del 26 de junio, absolutamente compungida e impactada por las palabras que Lilian nos dirigió a los presentes.
Y es que Lilian nos contó como Juan Manuel Carrasco, un joven de 24 años, fue detenido por protestar, fue torturado por un militar que incluso llegó a violarle con un fusil por el ano.
Nos contó los 2x2 metros cuadrados de la celda en donde se "mueve" Leopoldo.
Y nos relató como es capaz de contar a sus dos hijos de seis y tres años la situación de su padre transmitiéndoles a través de las palabras que el odio de la revolución bolivariana, el odio que metió Chávez en su país solo conduce a una palabra : perdonar y abrazar la legalidad. A través de esa filosofía consigue que Manuela, que así se llama su hija mayor, llegue a la conclusión de que la mejor solución sea "ir al colegio corriendo para no ser como Maduro".
Y Lilian fue capaz de hablar durante media hora sin transmitir ni una sola frase de odio, sin quejarse. Agradeciendo el tener una familia, unos hijos sanos. Fue capaz de estar orgullosa de su pueblo y no dejó en ningún momento de hablar de "entendimiento, diálogo, leyes y paz".
Y allí Margarita Robles, desconsolada, apenada, con un pesar compartido por todos los que allí estuvimos.
24 horas después Margarita Robles, primera mujer que presidió una sala de lo Penal, primera en presidir una Audiencia -la de Barcelona- y la tercera mujer en llegar al Tribunal Supremo, nombrada en 1993 Subsecretaria del Ministerio de Justicia, entre los años 1994 y 1996 Secretaria de Estado de Interior, entre los años 2008 y 2013 Vocal del Consejo General del Poder Judicial acude a un debate de ANTENA 3 junto a otras tres mujeres de otros partidos.
Y allí Margarita Robles, en medio de un acalorado debate propio de cualquier persona menos de un juez, se descuelga con una comparación: "para comprobar colas de gente en situación límite no hace falta irse a Venezuela, las tiene vd en Madrid". Sin más comentario.
Y entonces entiendo la razón por la que Margarita Robles es POLÍTICA.
Donde toca desconsuelo, pena, pesar y caras de tristeza a las 24 horas toca "arma arrojadiza" contra el que le puede quitar un puñado de votos. Ella POLÍTICA y solo se le ocurre comparar las colas de un país con gente asesinada, gente encarcelada por sus ideas políticas, gente haciendo colas por poder comprar -no la comida que le gustaría- sino la que sobra, gente sin medicinas, colas del país en donde una líder política solo tiende la mano al que asesina y encarcela, esas colas las compara con las colas que hay en España.
Una, Margarita Robles, es POLÍTICA profesional; la otra, Lilian Tintori, es POLÍTICA de paso. Margarita quiere "acabar con el enemigo" en esta estrategia demagógica en donde todos los valores -morales, jurídicos , de educación etc etc- pasan el filtro de la conquista del voto, en donde lloro cuando conviene e ironizo cuando me viene mejor. Lilian habla de patria, familia, paz y concordia.
Y la desgracia es que Margarita anda por aquí: por España.
Y Lilian anda por Europa contando la situación de su páis, tragándose sus lágrimas para la intimidad y sacando la cara más positiva y humana en público (igualito que Iglesias y Errejón en la puerta del Congreso de los Diputados el día que tomaron posesión de sus escaños, abrazados y llorando a moco tendido); como me dijo en la conversación posterior una persona con una influencia mediática muy importante en España, "Lilian sería un fichaje político extraordinario para cualquier partido político". La diferencia es que Lilian no ficha nada más que por quién piensa en su país y en su gente; y los de aquí andan en otra historia. El que se abraza y llora junto a Lilian SIENTE. El que se abraza en la puerta de nuestro Congreso, pasadas 48 horas, degrada de puesto y responsabilidad al "abrazado y lloroso compañero" que fue lo que hizo Iglesias con Errejón cuando este pobre todavía no entendía que las dictaduras funcionan de un modo que Pablo Iglesias tiene muy claro: ¡o tragas o a la calle!.
Coherente Pablo y lamentable Margarita.
Pero volvamos a hablar de PERSONAS; no de personajillos mediáticos.
Y de entre los muchos mensajes que Lilian transmitió uno me produjo especial satisfacción. Fue el que tocaba a la educación de sus dos hijos.
Repito textualmente lo que Lilian nos contó.
Me inspiré en la película La Vida es Bella. Manuela, mi hija mayor me dice "mami, por qué papi está en la cárcel". Yo le digo: "porque papi quiere cambiar Venezuela y Maduro no le deja". "Pero, ¿por qué?", me dice. "Manuela, porque papi debería poder competir con Maduro y éste no quiere que compita con él, porque le ganaría", le digo yo. "Pero, qué malo Maduro -me dice- será que no fue al colegio". "Claro,no fue al colegio, por eso tú debes de ir al cole todos los días" le digo. Ahora todas las mañanas, cuando suena el despertador, me mira y me dice. "Voy al colegio corriendo, que no quiero ser como Maduro".
Y pienso en los vicios en los que se ha instalado nuestra educación, dentro y fuera de las aulas.
Pienso en esta felicidad "low cost" que se ofrece desde los medios de comunicación, familias, universidades y centros educativos. La nula valoración del esfuerzo, la sobreprotección de los alumnos, la escasa práctica de la disciplina y el orden, el coleguismo que conduce sin remedio a nuestra futura generación a LA TORMENTA PERFECTA.
Prescindir de las tareas en casa mientras el profesor no descansa hasta las 22/23 de la noche preparando las clases del día siguiente es de una incongruencia y falta de sensatez asombrosa para con los niños. Preparar a los niños para una existencia en donde los tiempos libres son por decreto ley y no los marca la vida es de una estupidez supina. Pensar que la futura felicidad de los alumnos/as que estamos educando y enseñando a vivir va a depender de sus "escasas obligaciones" es de una falta de responsabilidad y de una estrechez de miras considerable. Abrirles un nivel de satisfacción en su futuro al margen de sus méritos es llevarles a una insatisfacción segura. La gran paradoja es que en los centros educativos en donde se suprime las tareas en casa, se les da charlas a los alumnos sobre los peligros de internet conociendo como conocemos todos el dato de que 1os niños pasan una media de 2,30 horas diarias enganchadas a las redes sociales.
El pacto al que de manera consciente o inconsciente han llegado las familias y los centros para sobreproteger a los alumnos es cercana a la insensatez. El niño que tiene problemas con los estudios debe de recibir atención diferente y debe de beneficiarse de los mecanismos que los centros escolares pongan a disposición de los alumnos/as. Eso es claro.
Pero de ahí a que el niño con malas notas ponga el colegio patas arriba y se convierta en el rey de la clase va un paso muy peligroso. El que estudia y se aplica en las horas libres debe de tener muy claro que HACE MÉRITOS para un futuro. No caigamos en el error de cambiar las prioridades y acabemos pensando que el "malo" es el que hace sus tareas en el colegio, llega a casa y se procura un ambiente de estudio y el "bueno" es el que pasa de todo esperando que en su futuro trabajo el jefe (porque conviene recordar que en el futuro hay jefes) le premie por no esforzarse.
Si a esta ensalada le ponemos la salsa que supone el coleguismo de las familias incapaces de imponerse en los más minimos valores, asistiendo a un sistema de vida a los 15-22 años en donde viajo con el dinero de papá y mamá, me levanto todos los días a las 13 del mediodía porque ayer me acosté a las 6 de la madrugada, me fumo un poco de marihuana con mamá "que me entiende", o el "idiota" es el que trabaja en cualquier Mc Donald para pagarse sus estudios, tenemos lo que antes he llamado LA TORMENTA PERFECTA.
La atención de psicólogos entre adolescentes ha aumentado en una cifra espeluznante: donde antes acudía un niño al psicólogo ahora van ¡¡50!! Por algo será.
Por eso me indigna, a la vez que entristece, cuando a nuestros políticos se les llena la boca de "una ley de educación" dirigida a preparar a los niños a una sociedad que los va a devorar. El chico que va aprendiendo y comprobando que esta sociedad premia al que se burla del orden, desprecia a sus mayores, bajo una capa de "progre guay" se ríe de las fuerzas del Estado y lo GRABA como ejemplo ante sus compis; o el que ve que la estrategia en la Universidad de asaltar una capilla desnuda da puestos relevantes en Ayuntamientos de capitales importantes; o el que se instala en una vivienda que no es suya porque "la ley me lo permite", "el Ayuntamiento me lo paga" o "los medios me venden como un héroe y el político de turno me lo aplaude" es el que se está abriendo camino. Ese es el recompensado.
Esa generación, la de la TORMENTA PERFECTA, no surge de manera espontánea. Esos chicos encontraron en su ambiente familiar coleguismo, en su colegio miradas para otro lado cuando él pasaba de todo, y en la sociedad en que se movía en sus primeras salidas nocturnas y cuando le moló hacer algún escrache al "enemigo político", encontró permisividad policial.
En nuestra educación no hay que cambiar ni los libros ni los profesores ni las horas de estudio. Hay que cambiar LA EDUCACIÓN.
Hay que traer a Lilian Tintori para que nuestros niños quieran ir al colegio y digan cuando suena el despertador: "quiero ir al colegio para no ser como Margarita Robles".