Dámaso Alonso: "tal vez sea verdad: que un corazón mueva el mundo"

Año 1.928; un barco cruza el Atlántico con unos 1.200 pasajeros a borde. Entre ellos la cuadrilla de Manuel Mejías Rapela, torero de la época, que viaja de vuelta a España con los picadores, banderilleros, caballos y todos los utensilios necesarios para celebrar las corridas de toros en la temporada que acaba de concluir en Sudamérica. Entre la cuadrilla un chico joven, discreto y trabajador que está al cuidado de los estoques y muletas del "maestro". En las comidas durante la travesía del largo viaje Luis, que así es el nombre del chico, se sienta en la esquina y contempla con admiración y agradecimiento a don Manuel que le ha dado una buena oportunidad laboral, además de la posibilidad de haber conocido nuevos países. Confía en que don Manuel cuente con él para futuros viajes. Y don Manuel sabe que va a ser muy difícil encontrar un mozo de espadas tan eficaz, discreto y trabajador como Luis. No tiene dudas que contará con él.
Pero no habrá más viajes a Sudamérica.

Año 1936; Manuel Mejías hace unos años que colgó los trastos del toreo. Tiene siete hijos; seis varones de los que cinco se dedican al toreo. Una única niña: Carmen Pilar.
La familia es muy conocida y popular en España gracias a los éxitos que los pequeños Bienvenida, así se hacen llamar en recuerdo del pueblo de Extremadura donde nació don Manuel, van cosechando en el mundo taurino. Al éxito artístico va unido una situación económica que les permite alternar su vida entre la finca cerca de Sevilla de nombre "la Gloria" y la casa situada en General Mola 3, actualmente Príncipe de Vergara 3.
Pero España entra en tiempos convulsos. La familia se ve sorprendida, como tantos y tantos españoles, por la guerra civil. En Madrid están doña Carmen, esposa de don Manuel, y los tres pequeños: Angel Luis, Carmen Pilar y Juan, de 12, 10 y 7 años respectivamente. Acosados por la inestabilidad de la zona centro de España y concretamente la de Madrid, y con el gravamen de pertenecer a una familia conocida, Carmen huye con sus tres hijos de manera precipitada a Alicante.
Alicante es una ciudad que se ha convertido sin querer en el centro del conflicto civil puesto que en la cárcel para hombres, la de "el castillo" se encuentra José Antonio Primo de Rivera encarcelado. Las negociaciones entre los nacionales y las F.A.I. (Federación Anarquista Ibérica) para sacar a José Antonio de la cárcel son seguidas por los españoles con sumo interés. En un principio Franco llega a un acuerdo con Indalecio Prieto para canjear a José Antonio por 30 presos en manos de los nacionales más seis millones de pesetas; pero los anarquistas que controlan la cárcel se niegan. Incluso se intenta un nuevo canje: esta vez José Antonio por un hijo de Largo Caballero, preso e incomunicado en la cárcel de Sevilla. De nuevo los anarquistas no se prestan al canje.
Esa era la vivencia en Alicante.
Doña Carmen y los tres hijos acuden todas las mañanas a la cafetería situada en los bajos de un hotel a desayunar. Allí les atiende siempre una misma mujer; seria y parca en palabras, se limita a atender a la señora y a los tres chavales. El hotel donde está ubicada la cafetería ha sido ocupado por los mandos de las FAI y doña Carmen, sabedora de los peligros que en ese lugar corren ella y sus hijos, está en la cafetería el menor tiempo posible.
Pero alguien la delata y doña Carmen es detenida y conducida a la cárcel de mujeres de Alicante. Instantes antes de ser conducida a prisión, doña Carmen entrega un sobre con tres mil pesetas a la mujer con una petición expresa "cuide de los tres niños".

Angel Luis, Carmen Pilar y Juan quedan abandonados a su suerte. En la puerta de la cafetería andan sentados los tres niños esa primera noche sin su madre. Es entonces cuando la mujer que atendió los desayunos les da cobijo en una habitación de la planta baja del hotel. Allí vive con otra hija y su marido, un importante cargo de las F.A.I.
Los tres niños quedan impactados por la extrema pobreza de la habitación. En un corto espacio de tiempo han pasado de dormir en cómodas camas de la finca de Sevilla al suelo de tierra.
Los tres niños rezan todas las noches como su madre les ha puesto como tarea principal.
La hija de la "madre de acogida" les mira desde una esquina.
Cada uno reza a su manera.
Por la noche llega la pareja de "la madre".
"Son los pequeños Bienvenida" le habla a su esposo. Éste les mira serio y acepta quedarse a los niños a sabiendas de que supondrá un peligro acoger a aquellos niños y que podrá ponerle en una situación embarazosa entre sus compañeros de la F.A.I.
Aquel hombre era Luis, el mozo de espada discreto que trabajó para don Manuel en Sudamérica como mozo de espada.
Angel Luis y Carmen Pilar no salen prácticamente nunca de la habitación. Pero Juan, con siete años, y una simpatía natural que mantuvo toda su vida, juega en los salones del hotel entre anarquistas y milicianos.
Una tarde uno de aquellos hombres entrega al pequeño Juan una bolsa para que la abra en su habitación más tarde; "hoy hemos visitado una iglesia y te hemos traído este regalo". Y Juan, en presencia de sus hermanos Angel Luis y Carmen Pilar, abre "su regalo": del envoltorio marrón salen tres orejas de personas cortadas. Los niños horrorizados las envuelven de nuevo.
Y pasan meses. Los tres niños se mantienen bajo el cuidado de Luis y su mujer.
El 20 de noviembre de 1.936 es fusilado José Antonio Primo de Rivera. Alicante sufre entonces uno de los bombardeos más cruentos de los vividos en cualquier ciudad española durante la guerra civil. Los "paseos", asesinatos en plena calle y todo tipo de atrocidades hacen de Alicante una auténtica olla a presión. Las personas de ambos bandos corren serio peligro. Hay rumores que apuntan a que en pocas horas pueden ser fusiladas las mujeres que están en la cárcel y que los niños de corta edad serán enviados a Rusia. Luis visita la cárcel donde está doña Carmen. Durante una larga tarde habla con unos y con otros, con sus compañeros.
Esa misma noche, de madrugada, los tres niños son despertados y, acompañados por Luis y su mujer, se sitúan a unos cientos de metros de la cárcel. Transcurrido un rato aparece doña Carmen. Un camión les espera a la mujer y sus tres hijos. Antes de partir la mujer de Luis entrega un sobre a doña Carmen. Contiene las tres mil pesetas que aquella le dio para cuidar a sus tres hijos.
De allí a Francia.
De Francia a Tánger.

Primavera 1.937
La familia Bienvenida se reúne por primera vez en "la Gloria". Y es allí, en el patio de la casa, donde don Manuel decide hacer una foto de toda la familia; es la manera de dar carpetazo a una época de separación de la familia.

Y vuelven a Madrid para instalarse de nuevo en General Mola 3.
La familia retoma sus corridas de toro. Y en aquella España de la postguerra los Bienvenida acumulan éxitos importantes que relanzan la carrera artística de todos ellos.

Año 1.939
El 1 de abril se da por finalizada la guerra.
Sentada la familia en pleno una mañana en la terraza de General Mola 3 llega una carta. En ella pone unas señas muy particulares
                                   familia Bienvenida
                                   toreros
                                   Madrid
la popularidad de la familia es tan grande que, aún con esas señas tan inconcretas, el sobre llega.

Don Manuel abre la carta. Y en una papel azul transparente y escrito con un lápiz se lee: "don Manuel estoi en prisión alicante. creo voi a morir fusilado mui pronto. Luis"

Y don Manuel, que ya en su día intentó ponerse en contacto con Luis y que recibió confirmaciones varias que le daban por muerto, coge esa misma noche un coche y se desplaza a Alicante.
Tras varias gestiones consigue saber la prisión en la que está Luis. Y se entrevista con el comandante al frente de la misma. Se inicia una negociación en donde se habla de cantidades importantes de dinero e intercambio de mil favores que la ilustre familia Bienvenida está en disposición de ofrecer.
Imposible llegar a un acuerdo. Luis ha sido un importante cargo de la F.A.I. y nada se puede hacer.
Don Manuel hace un último intento y en el despacho del comandante en jefe de la prisión y en presencia de un capitán cambia la estrategia: esta vez no pide nada... esta vez no apela al corazón de aquellos militares ni negocia con dinero. Algo dice  don Manuel que provoca un ataque de ira del comandante. Los gritos de ambos se escuchan en la calle. Don Manuel baja la escalera que lleva directamente del despacho a la calle; y es allí donde el capitán que ha escuchado la bronca y que ha seguido durante aquellos días "la negociación" en donde se habló de cantidades que superaban las 500.000 pesetas de la época como entrega para comprar la libertad de Luis, le pide a don Manuel 100 pesetas.
Don Manuel vuelve a Madrid.

Año 1.950
Han pasado 11 años. Y el cartero entrega en General Mola 3 una carta cuyo destinatario vive en Francia.
"Don Manuel. Una noche de madrugada, me sacaron de la cárcel. Pensé iva a morir fusilado. Un comandante y un capitán me entregaron un abrigo y 100 pesetas. Andando llegué hasta donde bibo ahora: en Francia.
Un abrazo
Luis"

Año 2016
En el barrio de Montecarmelo en Madrid se puede ver salir cada mañana a una mujer perfectamente aseada y arreglada.
Aún viviendo sola, recibe asiduamente la visita de sus hijos.
Los sábados utiliza el metro para visitar el museo de El Prado o alguna exposición del museo Thyssen.
Y si consigues que te invite puedes visitar la casa en la que vive. Limpia y perfecta, contiene una librería en donde puedes encontrar a los clásicos griegos. Libros subrayados. Si buscas más podrás encontrar igualmente los clásicos rusos, desde Tolstoi a Dostoievski. Alemanes: desde la poesía de Goethe a libros de Stefan Zweig.
En un sitio especial: literatura española.
Ella es Carmen Pilar Mejías.
Murieron sus hermanos, sus cuñadas... su marido hace 10 años.
Carmen Pilar, a sus 91 años, mantiene una cabeza perfecta.
Tan perfecta que recuerda a la perfección la cara de Luis.
Tan perfecta que recuerda el silencio de sus hermanos y ella misma al comprobar "el regalo" del envoltorio marrón; cuando se agarraron los tres hermanos de la mano y sin cruzar palabra supieron que de forma prematura se despedían de su niñez.
Y recuerda a la perfección como ella y sus dos hermanos, cuando el barco que les transportó a Tánger se acercaba lentamente al puerto, reconocieron a su padre que agitaba un inmenso pañuelo blanco.
Tan perfecta que recuerda cuando su padre y su madre en la primavera del 37, una vez terminada la guerra, les colocó para la foto en la Gloria. "Sonreid" les dijo.

En la actualidad, al menos un día a la semana, charlamos Carmen Pilar y yo de la actualidad de la familia, de los nietos, bisnietos; de literatura. Alguna vez, las menos, de política.

Con resignación asistimos un día sí y otro también; un año sí y otro también; un siglo sí y otro también a cientos de conflictos armados que nos recuerdan que los humanos tenemos un punto gris en el alma que alimenta el odio entre semejantes, la envidia y la autodestrucción de todo y todos los que aquí vivimos.
Pero con la misma seguridad que la naturaleza nos lanza esos mensajes negativos aparecen entre nosotros personajes que parecen llevar una antorcha para ir pasándola a la siguiente generación como símbolo de un mundo mejor. Personas que no dudan ni dudaron en su momento en situar a los humanos en ese esfera superior que nos hace sentir que "tal vez sea verdad que un corazón mueva el mundo"


primavera 1.937: foto hecha en la finca "La Gloria". El niño situado de pie a la derecha es Angel Luis; Juan figura en el centro con un chaleco blanco y Carmen Pilar figura con un traje blanco a la izquierda de pie junto a su madre sentada en el centro.
El relato que he subido hoy a este blog es rigurosamente cierto de principio a fin. Contado por Carmen Pilar Mejías he preferido omitir algunos aspectos estremecedores y sumamente tristes y sobrecogedores. Esa parte del relato hoy "no contado" pretende ser el homenaje humilde y sincero a todos aquellos que perdieron su niñez en un conflicto entre hermanos. Y al tiempo pretende alertar a aquellos que hoy sacan a relucir para beneficio propio la parte más trágica de aquel conflicto pretendiendo enfrentar de nuevo a unos y otros olvidando que siempre habrá un "Luis" y un "Manuel Mejías" que se encargaron en su momento de sacar lo mejor de los humanos.
Si alguna vez pasas por Madrid verás una placa en Príncipe de Vergara 3 en donde pone "aquí vivió la famosa dinastía Bienvenida"