Hay temas que no por esperados ni por repetidos dejan de
asolarnos y quitarnos el sueño; retos enviados a las sociedades “más avanzadas”
a lo largo de la historia que marcan el juicio que se hará en el futuro de
todas las personas que componemos ese colectivo.
En nuestra época este reto tiene un nombre: inmigración en
forma de cientos de miles de personas que huyen de sus países a Europa en busca
de una mejoría en sus vidas.
Europa se encuentra en una encrucijada de muy difícil manejo
porque el elevadísimo número de
inmigrantes llegados no parece tener fin; sólo en España han llegado en el
2018, hasta el momento, 15.000 que son, ni más ni menos que 71 al día. Se
maneja igualmente otro dato que sonroja: 300 fallecidos “por el camino”.
En una sociedad donde el interés por “saber” se ha devaluado
y donde damos como bueno “todo lo que nos digan” y lo aprobamos “según guste
más o menos el personaje que nos habla”, el caldo de abono para decir
majaderías a ritmo de twitter emitiendo opiniones y soluciones sobre este tema
es fácil. Y si algo está claro es la enorme dificultad que el problema de la
inmigración masiva plantea.
No voy a ser yo el que caiga en ese error. Varios días
leyendo e informándome sobre el particular solo han conseguido aumentar mi confusión
y mis dudas llegando a tener claro dos conclusiones que, al menos para mí, sí
me parecen básicas:
Primera: el desvincular cualquier toma de decisiones a los
políticos. Y este apartamiento de los gobernantes se me antoja indispensable y
necesario. El trato de todos ellos hacía las pobres gentes que navegan a la
deriva por el Mediterráneo o llegan a Europa por los más variopintos caminos
está condicionado por tres aspectos que conviene tener en cuenta: la búsqueda
de votos por encima de todo, que hace que las personas sean monedas de cambio
entre países, una especie de “saldos del Carrefour” con “te doy dos de éstos si
me das cuatro de aquellos” que motiva decisiones muy alejadas de las soluciones
para estas personas. En España hemos tenido el lamentable episodio del Aquarius
como gesto de marketing interesado; tan interesado que solo dos meses después
de la decisión de acoger a los inmigrantres del Aquarius, nuestro gobierno se
apunta a la tesis de Matteo Salvini (“Italia devolverá a sus países de origen a
los inmigrantes”) devolviendo en 24 horas a los 116 inmigrantes que habían
saltado la valla de Melilla.
Prescindir de los políticos es algo muy difícil; pero todos
tenemos la seguridad de que allí donde intervienen lo estropean; y es
responsabilidad nuestra como ciudadanos, quitarles capacidad de decisión en
todo aquello que suponga algo importante. La colocación de semáforos en las
ciudades, reglamentaciones sobre la recogida de excrementos de animales en la
vía pública y cientos de temas menores (sobre todo en comparación con el que
estamos hablando) sí deberían de llenar el espacio de los políticos para que
ahí coloquen a sus amiguetes y/o parejas y se hagan las fotos. Y esto que digo
no es ni mucho menos una ironía; Consuelo Femenía, mujer de Pedro Duque
(ministro de Ciencia, Innovación y Universidades) ha sido nombrada hace una
semana embajadora en Malta.
Así que esta primera conclusión básica es vital… aunque al
tema de la inmigración ya llegamos tarde: Begoña Gómez, mujer de Pedro Sánchez,
ha sido colocada al frente de IE ÁFRICA, empresa creada hace 15 días y dedicada
a impulsar la innovación, el emprendimiento y los proyectos de acción social en
el continente africano asumiendo la ciudadanía como bueno que realmente no
exista una persona más capacitada que la pareja del presidente para ocupar ese
cargo, que además lo hace con un blindaje aclarado ya por la empresa:”al ser
una empresa privada no estamos obligados a decir el sueldo”… transparencia se
llama ese estilo.
Los políticos: para fotos y temas menores y lejos de la
capacidad de decisión en temas de calado.
Y segunda: una aclaración rápida e inmediata a las personas
que entran en Europa de donde entran y donde están. Los “extranjeros” no pueden
recibir trato discriminatorio alguno ni a favor ni en contra. Sus costumbres, sus valores, sus tradiciones han
de ser permitidas siempre y cuando se ejerzan en la esfera privada y no violen
la legalidad vigente. Es prioritario que cualquier persona que entre en Europa
respete las leyes y los VALORES de las sociedades de acogida.
Especialmente prioritario es transmitir los avances de Europa
en materia de igualdad entre hombres y mujeres, violencia de género y los
logros conseguidos en materia de inclusión de cuestiones relativas a LGBTI.
Prácticamente ningún país africano reconoce el derecho a la herencia en las mujeres, 140
millones de mujeres han sufrido ablación en países africanos. En 2014 el
ginecólogo Denis Makwege había atendido a 42.000 mujeres violadas y torturadas.
Y entre los cientos de documentos encontrados llama poderosamente la atención
la sentencia formulada por el periodista Xavier Aldekoa: “la violencia sexual
es una epidemia que se está enraizando en África”. Por citar un ejemplo cercano
en el tiempo, en el asalto del hotel Terran en Sudán en el año 2016 los 80/100
soldados sudanenes perpetraron violaciones masivas a las mujeres europeas
muchas de las cuales eran ejecutadas posteriormente.
La homesexualidad está penalizada con severidad en Argelia,
Chad, Eritrea, Etiopía, Libia, Marruecos, Somalia, Túnez; ilegal en Camerún,
Gambia Ghana, Liberia, Senegal, Sierra Leona, Burundi, Sudán del Sur, Tanzania,
Angola, Butsuana, Malawi, Namibia, Zambia, Zimbabwe y Togo e incluso castigada
con la pena de muerte en Mauritania y Sudán.
En los únicos sitios en donde es legal y más o menos
“permitida” es pequeños territorios dependientes de Francia y/o Reino Unido.
Por ejemplo en Mozambique se ha aprobado una ley en el año 2015 aprobando un
nuevo código penal que protege la homosexualidad.
Las cifras sobrecogen; por ejemplo en Damasco los
homosexuales son encarcelados con penas como mínimo de 3 años de cárcel (por
cierto en cárceles donde permanecen 400 personas hacinadas en una sola
estancia).
Los casos de violencia contra la mujer son infinitos.
Toda esta manera de entender el trato a la mujer y a los
homosexuales contiene un matiz terrible que nos perjudica como europeos: en
muchos ámbitos de la cultura de muchos países africanos “la homosexualidad es
un “vicio” introducido por Occidente en su época de colonización”.
Acoger a estas PERSONAS es obligación de una sociedad
avanzada y solidaria. Pero la palabra acoger implica un esfuerzo no sólo
económico, sino una estrategia de integración en donde EDUCAR es la primera
palabra que hay que conjugar. Educar por el bien de los que llegan y de los que
están.
Da auténtica amargura y dolor pensar el calvario que sufren
estas PERSONAS sometidos a las mafias que los embarcan en auténticos barquitos
de juguete. Da miedo pensar los padecimientos y horrores que viven en sus
países de origen. Y Europa tiene la obligación de buscar soluciones a este
DRAMA.
Se necesitan al frente de este problema PERSONAS CONOCEDORAS
y EXPERTAS: Economistas, Sociólogos, Médicos y un largo etc que diseñen una
estrategia acertada para afrontar este DRAMA. Pero descuidar una tarea
educativa clara y firme llevaría a que todo lo diseñado se derrumbe. En el caso
de España los inmigrantes llegan a un país con sanidad gratuita, donde las
mujeres circulan libres por las ciudades, tienen derechos adquiridos con el
esfuerzo de varias generaciones, donde
las personas pueden estudiar de forma gratuita y donde no se pregunta tu
condición sexual para permitirte acceder a cualquier universidad, donde
asesinar a una persona, hombre o mujer, conlleva penas de cárcel y un largo etc
que es conveniente sepan con total claridad…entre otras cosas porque de esa
manera PODRÁN DISFRUTAR MÁS Y MEJOR del país al que llegan.