Dos hermanos
universitarios: 3º y 2º de carrera; 20 y 21 años.
Aunque cursando
carreras diferentes, ambos se desplazan juntos a la Universidad. El mayor
anda desde hace 3 años aproximadamente en tratamiento médico por una depresión.
A través de medicación recetada por su psiquiatra y de su esfuerzo siguiendo
las pautas de conducta explicadas por éste, el chico va haciendo una vida
normal. Su hermano, un año menor y conocedor
del problema del mayor, colabora de manera muy activa en el tratamiento.
Una mañana el hermano
mayor, que recordemos anda en tratamiento por depresión, se despierta con
fiebre y considera no debe de ir a clase. El menor sin embargo sí va a clase; son unos 20 minutos lo que se tarda en el trayecto de 18 kilómetros de carretera
que llevan desde la casa de ambos a la Universidad. Durante el camino hay que
pasar un viaducto de más de 100 metros de altura. El chico ha sido especialmente meticuloso antes de salir de casa; extrañamente meticuloso. En el camino a clase aparca el coche en
medio del puente. Deja sus libros y apuntes en el sitio donde siempre se sienta
su hermano y se lanza al vacío.
Chica de 18 años; 1º de
carrera.
Vive en una
urbanización, en un quinto piso, y es la mayor de una
familia de 6 hermanos y hermanas; como suele ocurrir en familias numerosas el
ambiente de la casa es ruidoso, alegre y movido, y ella es la “capitana” de un
pequeño ejército de hermanos. Su carácter divertido es conocido no solo por su
familia, sino igualmente por toda la urbanización.
Anda varios días con la mirada ausente.
Una tarde llega de la
Universidad. Saluda a la familia, pasa por la cocina y bebe un vaso de agua.
Atraviesa el salón y entra en la terraza. Se sube a la barandilla y se lanza al
vacío.
Chico de 24 años;
recién terminada la carrera.
Sus estudios son de los
considerados muy difíciles. Él, sin embargo, ha conseguido sacar curso a curso
y con excelentes calificaciones. Desde hace 2 años mantiene una relación con
una compañera un año menor; otra muy buena estudiante. La pareja es muy
conocida tanto en la Universidad como entre el mundo del deporte universitario
en donde él es un activo participante de excursiones en bicicleta.
Vive en una casa con
dos plantas. Una noche llega a casa un poco antes de lo que suele ser normal.
En la planta baja está su padre viendo televisión. Se saludan. El padre le nota un poco triste y le pregunta si le ocurre algo; ha tenido un problema con
la novia…”nada grave. Subo a mi cuarto, me ducho y bajo”.
3 minutos más tarde se
escucha un disparo en la primera planta.
Estas tres historias son reales. Las conozco. He omitido los
nombres, universidades y ciudades.
Viene a cuento esta introducción por la NULA concienciación y
sensibilización mediática, política, social y/o sanitaria existente en el
gravísimo problema de los suicidios.
Valga como dato escalofriante que en la actualidad las
muertes por suicidio DUPLICAN al de los muertos por accidente de tráfico. Sólo
este dato sería suficiente en su magnitud como para que las instituciones
públicas trabajaran en, cuanto menos, planes de prevención.
Y si este dato todavía les hace dudar ahí tienen otro: CADA
DÍA SE PRODUCEN EN ESPAÑA 10 SUICIDIOS.
Otro dato: ¡¡ una de cada 10 personas de 18 años ha pensado
en suicidarse !!
El perfil de edades y sexos ha evolucionado en la última
década mostrándonos un cambio significativo: los suicidios estaban repartidos
aproximadamente al 50% entre personas mayores y jóvenes; aquellos aquejados de
alguna enfermedad crónica, discapacidad o pérdida de autonomía y por encima de
cualquier cosa una profunda soledad; y éstos igualando lo que hasta hace poco
era un número más elevado de hombres respecto a las mujeres.
En la actualidad la inmensa mayoría de los suicidios se
producen entre la gente joven habiendo aumentado la cifra de manera alarmante.
A los datos de número de suicidios contrastados hay que aumentar bastantes más,
puesto que en muchos casos no se registran en los certificados de defunción los
suicidios por el estigma social que supone.
El perfil del suicida responde a cuestiones particulares de
muy difícil y variado análisis; sin embargo dos aspectos son claros y tienen en
común: EL SUFRIMIENTO Y LA INFELICIDAD de las víctimas y EL NULO INTERÉS DE LA
SOCIEDAD en afrontar este problema.
Me surgen comparaciones “odiosas” entre la repercusión y
concienciación que rodea a la violencia de género y los suicidios. La labor tan
positiva que los medios de comunicación han hecho, y hacen, con la lacra que
supone la violencia de género a mí me provoca admiración y una muy sentida y
sincera “enhorabuena”. Sólo me gustaría que cada 60 noticias y/o 60 anuncios relacionados
con la violencia de género apareciera uno solo relacionado con los suicidios;
uno enfocado a ayudar a aquellas personas que están en un proceso previo al
suicidio o a prestar apoyo a aquellas familias que han sufrido este desastre.
¿Por qué esa relación de 1/60? Porque esa es la proporción existente entre las
muertes de violencia de género y suicidios: 60 veces más en los suicidios.
Las instituciones públicos fijan y marcan el ritmo de lo que
“vale y es correcto” y clasifican los problemas en “políticamente correctos” y
parece que lo que no marcha en la dirección señalada tiene que esperar a que
los “gurús” den el visto bueno. En el caso de los suicidios no se puede ni debe
esperar ni un minuto más. Es un logro muy importante de la sociedad que una
mujer tenga un número de teléfono al que acudir para denunciar un posible caso
de violencia de género y que tenga apoyo inmediato por parte de varios
organismos públicos; pero es bochornoso y de país indigno que una superviviente
de un intento de suicidio le den cita al cabo ¡¡4 meses después!!
Es obligación de toda una sociedad que se precie de ser solidaria y responsable enseñar a las familias a detectar algunas conductas "especialmente meticulosas", a la gente joven a advertir en amigas cercanas "miradas ausentes" y a dotar de mecanismos propios a personas que sienten "tristezas excesivas con problemas en los afectos".
Es obligación igualmente de toda sociedad que considera prioritaria la felicidad de sus miembros diseñar un programa serio en donde comunidad educativa, amistades y familiares canalicen el sufrimiento de miles de niños, niñas, chicos y chicas que "empiezan a estar mal, otra vez"
Hoy, 23 de septiembre del 2018, se van a suicidar 10 personas.
Muchos miles están buscando un puente o un balcón.