Cada persona que acude a una charla/conferencia de Carmen López Anguita o trata a José María Zabarte como un modelo a seguir es un fracaso de nuestra educación
La educación anda en tiempos revueltos.
Hace tiempo que aquella la labor educativa, basada en la “formación de
ciudadanos”, ha dejado de depender del binomio familia/escuela para pasar a depender cada vez más de la influencia externa. Con una admirable capacidad de adaptación, nuestros sesudos dirigentes en la parcela de la Educación andan acoplándose a la vertiginosa aparición de las nuevas
tecnologías. El mundo digital, la inteligencia colectiva, las redes sociales,
la educación emocional son nuevos términos que están en boca de educadores y de las sufridas familias, envueltas en mil palabras “extrañas” que marcan un entorno
nuevo…del que la mayoría desconoce su verdadero significado.
La realidad es que resulta muy difícil la situación que
presenta el “negocio” de la Educación en donde un niño llega a la escuela con 3
años y sale de la Universidad o la Formación Profesional con 24 años; y por lo
tanto entra en la escuela con un mundo y sale de la Universidad con otro diametralmente diferente.
Adaptar la formación de nuestros niños a las demandas que
habrá dentro de 20 años es un reto de enorme dificultad. Agarrados a la
importancia de los idiomas y/o a asignaturas que emanan de los estudios de cientos de sesudos
educadores nos estamos olvidando de la esencia de la felicidad que no es otra
cosa que dotar a nuestros niños de una integridad moral y libertad de pensamiento para ubicarles de manera
correcta en los continuos vaivenes que nos depara el tiempo. No se trata de indicarles una determinada manera de pensar; el trabajo es hacerles llegar a comprender que existen actitudes que son en su esencia malas.
1.979
El tiempo que se tardaba a pie entre mi casa, Avenida de
Nazaret, y la calle Serrano en Madrid era
de unos 30 minutos.
El paseo era muy agradable porque transcurría a través del
Parque de El Retiro de Madrid.
Y ese recorrido era el que todos los sábados del año hacíamos
mi vecino y buen amigo Javier Martín con el objetivo de ir al kiosko de
periódicos situado en la esquina de las calles de General Mola (actual Príncipe
de Vergara) y Serrano para comprar la Revista Hípica que recogía los
participantes de las carreras de caballos que había todos los domingos en el
Hipódromo de la Zarzuela en Madrid.
Hoy, transcurridos muchos años, continúan celebrándose las
carreras en el mismo lugar, el kiosko de periódicos permanece (ahora regido por
el hijo del responsable de aquella época) y yo mantengo la amistad con Javier.
Aquel plan de las tardes de los sábados era insustituible por
ningún otro: caminata de 30 minutos, compra de la Revista y primer análisis de
las carreras del domingo en una cafetería situada en Serrano 47 acompañados de
las indispensables tortitas con chocolate y nata. Si en alguna ocasión teníamos
que alterar algo, eso era, en primer lugar, el número de tortitas a consumir, que dependía directamente del estado
económico del día; y en segundo lugar la posibilidad de encontrarnos con
todas las mesas ocupadas, aspecto que solía ocurrir en bastantes ocasiones. La
cafetería situada en Serrano 47, California 47, estaba siempre repleta de
gente; y más los sábados tarde.
Aquel 26 de mayo, sábado, hicimos el mismo plan de siempre.
Fue de los días redondos y perfectos: tuvimos nuestra mesa. Aproximadamente a
las 6 de la tarde emprendimos el camino de vuelta a casa.
Caminando por el Retiro escuchamos un ruido anormal de
ambulancias y sirenas de coches de policía. No le dimos ninguna
importancia…hasta llegar a casa en donde nos enteramos que en la cafetería
California 47 habían colocado una bomba. A las 18,55 de aquella tarde hizo
explosión: 9 personas muertas, 61 heridas.
Las “personas” que colocaron aquella bomba fueron detenidas y
dos años después sometidas a un juicio que les condenó a 280 años de prisión.
Una de aquellas “personas” condenadas fue Carmen López Anguita.
Hoy, 39 años después, se celebran, bajo el nombre de “40 años
maquillando el fascismo”, una serie de actos en los que Carmen López Anguita va
a dar una conferencia. La ciudad elegida: Zaragoza. El local cedido por el
Ayuntamiento: el Centro Social Comunitario Luis Buñuel. La concejala encargada
de la organización: Elena Giner.
1.991
Jueves, 17 de octubre.
A primera hora de la mañana, un coche bomba explota en la
calle Camarena en el barrio de Aluche de Madrid. La principal “afectada”: una
niña de 12 años que estaba en aquel momento esperando junto a su madre la
llegada del bus. La madre pierde una pierna y un brazo. La niña: las dos
piernas y tres dedos de su mano izquierda.
En los siguientes días la prensa recoge la situación personal
de la niña. Su nombre: Irene Villa y entre sus muchas aficiones está practicar
baloncesto. Por aquel tiempo yo era entrenador del Forum Filatélico de Madrid y
ello me permitió acceder a visitarla 23 de octubre en el hospital donde estaba;
Irene, como no podía ser de otra forma, habló poco. Le entregué una camiseta
firmada por la plantilla del equipo y nos despedimos.
Había leído, visto fotografías y reportajes en televisión sobre atentados, edificios destrozados y personas víctimas de atentados terroristas. Nada es comparable a verlo DE VERDAD. Lo puedo asegurar.
La policía tarda un tiempo en localizar a los asesinos.
Primero descubren que el destinatario del atentado era un inspector de policía que trabajaba en la comisaría del distrito de Los Cármenes; ante las dificultades
que tenían los terroristas de acceder al comisario cambian su objetivo y se
centran en dos personas: la señora que mantiene una relación con el policía y
la hija de ésta. Así se gestó el atentado.
Tiempo después se da con los asesinos: José Javier Arizkuren
(Kantauri) y Soledad Iparraguirre (Anboto) que bajo las órdenes de Jesús María
Zabarte realizan el atentado. El tal Zabarte tiene en su curriculum 17
españoles asesinados y el doble “prestigio” de estar considerado como uno de
los más sanguinarios asesinos de ETA como indica su apodo: “el carnicero de
Mondragón”, y de alardear en múltiples ocasiones no arrepentirse de sus asesinatos…”no
pido perdón a ninguna víctima; no fueron asesinados, fueron ejecutados”
Hoy, 27 años después, en Alsasua, precioso pueblo de Navarra,
un grupo numeroso de jóvenes recibe con insultos, lanzamientos de objetos y una
agresividad extrema a un grupo de personas que han organizado un acto de
homenaje a la Guardia Civil. Al frente de estos “cachorros”, todos ocultando su
rostro, un solo hombre sí marcha con rostro descubierto: es el carnicero de
Mondragón.
De este escrito, y aunque trate de evitarlo, se pueden sacar
múltiples conclusiones sobre la clase política que nos gobierna. Si tanto Carmen
López Anguita o el carnicero de Mondragón han cumplido sus penas no excluye que
exista un código ético que marque la
opinión que se debe de tener ante los hechos que protagonizaron estos dos
personajes.
El objeto es el convencimiento que tengo de la enorme
dificultad que tienen nuestros Educadores, cuyo “trabajo” consiste en formar a
personas durante 25 años (escuela y Universidad y/o Formación Profesional) que
entran con una sociedad que de manera unánime rechaza asesinatos de tanta
crueldad como los relatados y salen con una sociedad que ampara desde las
instituciones estas situaciones.
El cuidado de esa parcela se hace indispensable y necesario
en nuestras escuelas.
El reto que supone el conseguir qué, dónde y de qué manera
podrán nuestros hijos situarse en un mundo mejor presenta para los Educadores
una enorme dificultad. Sin embargo en donde estamos fallando es en dotar a
nuestros niños de una conciencia individual y en ser poseedores de una esencia
como personas que les haga saber, sentir y entender que siempre, ayer...hoy y
mañana, unas personas como Carmen López Anguita o José María Zabarte, el
Carnicero de Mondragón, son merecedores del más firme y severo rechazo. Y
aquellos que los amparan y les protegen son partícipes de una sociedad sucia y
enferma.
Parece un contrasentido dotar a nuestros estudiantes de una conciencia y preparación para la
felicidad con un conocimiento perfecto de varios idiomas y mil masters y al
tiempo tengan alguna duda sobre el trato que deben recibir personajes que en su
momento fueron capaces de producir un daño tan cruel a personas.
Cada persona que acude a una charla/conferencia de Carmen
López Anguita o trata a José María Zabarte como un modelo a seguir es un
fracaso de nuestra educación.
26 de mayo 1.979
Cafetería California 47 (Calle Serrano) de Madrid
Jesús María Zabarte (Carnicero de Mondragón)