Nada más recomendable que la lectura. Entre otras muchas cosas consiguen en los
lectores despertar la curiosidad, estimular la imaginación, desarrollar la
inteligencia, ampliar el horizonte del pensamiento y aportar conocimiento.
Recién terminada una biografía sobre Joseph Goebbels escrita
por Ralf Georg Reuth uno entiende el afán tan insistente que nuestros políticos
tienen de alejar a las personas de la lectura; de la cultura en general.
“Ampliar el horizonte del pensamiento” y/o “aportar conocimiento” tiene peligro
para los controladores de personas e ideas.
Viene a cuento esta corta introducción porque la lectura de
la biografía antes indicada me conduce, a través de coincidencias demoledoras
con personajes de la actualidad, a unas conclusiones que cuanto menos asustan y
conducen a reflexión.
Joseph Goebbels, de todos conocido por su trabajo en el Gobierno y
en la estructura de poder del tercer Reich, fue el encargado de diseñar la
estrategia de comunicación de Adolf Hitler. En una larga tarde en el despacho
del dictador, Goebbels tuvo a bien…, perdón: mejor “a mal”, transmitirle los
11 puntos sobre los que debía de organizarse la comunicación a la población
alemana. Hitler quedó entusiasmado y le dio plenos poderes para llevar a cabo
aquella estrategia.
Y Joseph Goebbels comenzó su trabajo que llevaron a Hitler a
ganar las elecciones con amplia mayoría; y desde allí gobernar a su antojo.
Pasados ya 80 años de aquella época conviene recordar que Adolf Hitler llegó al
poder en unas elecciones democráticas haciendo buenas aquellas palabras de Bob
Marley “ no hay peores dictadores que aquellos que llegan al poder por medio de
las urnas”.
11 puntos diseñó Goebbels; y para la realización de aquellos
apartados contó con todo la infraestructura del poder y consiguió con un éxito
indudable una ciudadanía servil, fiel y convencida de que Adolf Hitler era el
salvador.
Copio de la biografía de Goebbels:
En un principio transmitió la idea de un enemigo único
reuniendo a diversos adversarios en una sola categoría para pasar después a cargar
a este adversario con sus propios errores o defectos.
Inventó cosas para distraer a la gente exagerando y
desfigurando la realidad convirtiendo cualquier anécdota, por pequeña que
fuese, en una amenaza grave.
Adaptar el mensaje al que va dirigido al nivel menos
inteligente evitando personalizarlo hacia determinadas personas para dirigirse
siempre a “la masa” intentando de esa forma que el esfuerzo mental de ésta
fuera muy limitada fue otra de sus estrategias. Se buscó a masa obediente.
La propaganda se limitó a un número pequeño de ideas que
debían de repetirse incansablemente, presentándolas una y otra vez desde
diferentes perspectivas.
El líder, en este caso, debía de atacar acusando siempre al
adversario convirtiéndole en enemigo.
Lanzar globos sondas potenciando el principio de silenciación
acallando las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos disimulando las
noticias que favorecen al adversario.
Cuidar a medios afines mediante apoyos económicos, favores y
“prestigio” social.
La propaganda debe de llevar siempre una alta carga de odio
para cuya consecución no debe de estimarse en mentir las veces que haga falta.
Finalmente para Goebbels era vital implantar el principio de
unanimidad que trataba, y desde luego lo consiguió, de convencer a mucha gente
que “todo el mundo piensa como él” dando impresión de unanimidad y lanzando un
relato de que los no afines eran gente, nunca personas, que desconocían la
realidad y carentes de inteligencia.
Hoy, 15 de febrero, he escuchado con atención la rueda de
prensa de Pedro Sánchez. En una esquina, fuera del foco mediático y apoyado en
la pared, se encuentra un personaje:
Iván Redondo. Su cargo es el de asesor de la Presidencia; su objetivo es
diseñar estrategias electorales e indicarle todo aquello que pueda hacerle
permanecer en La Moncloa. Su sueldo, dicen, es superior al de cualquiera de los ministros del Gobierno. Y su poder es tan absoluto que tiene una capacidad
de decisión tan alta que le permite marcarle al Presidente de Gobierno el
número de mujeres y hombres que debe de tener el Consejo de Ministros, colores
de trajes de ellas en el caso de las Ministras, y palabras, frases, silencios
que Pedro Sánchez debe de utilizar con un único objetivo: seguir en La Moncloa.
Termino de escuchar al Presidente y me resulta inevitable
recordar la biografía de Goebbels.
Lean y comparen. Saquen conclusiones.
La realidad, triste realidad, es que gran parte del camino
está conseguido: una parte, la mitad de la ciudadanía, está enfrentada a la
otra. Desde el 2 de agosto del 2018 Pedro Sánchez y Pablo Casado, ambos
representantes del 75% de los ciudadanos, no se hablan.
El objetivo está conseguido: ciudadanos, unos, que desprecian
a sus políticos hartos de tanta mentira; los otros, prestos a votar a sus amos
digan lo que digan con el único objeto de llevar a buen puerto el odio hacia los que no piensan como ellos.
Y mientras tanto Iván Redondo, apoyado en la pared, escucha
al que le paga. Toma nota. Posiblemente esa misma tarde se reúna con su jefe para darle las próximas indicaciones.
Quizá un: “¡necesitamos al electorado femenino! lanzando un
mensaje más hostil hacia las que no son ´nuestras mujeres´, sin disimulo… quizá
alguna nueva nota escrita por tus hijas como aquella oportuna ´molas mucho
papi´ que casualmente apareció en tu despacho y que de manera increíble llegó a
la prensa afín.”
Quizá un par de entrevistas en prime time: “TVE 1 es nuestra.
Hemos colocado con sueldos estratosféricos a nuestros periodistas; quizá la
Sexta, la SER, Tele 5, Telemadrid…”
Quizá un nuevo barco con emigrantes utilizando un amplio despliegue
mediático…necesitamos hombres y mujeres de color para mostrar nuestra
solidaridad con los oprimidos: “quizá alguna visita de un colegio con niños y
niñas de color, ¡¡sí NIÑAS, muchas niñas!!”
Quizá algo “gravísimo” que amenaza a la ciudadanía: “Franco.
Tenemos suerte porque la exhumación va para largo y va a dar juego; las
encuestas nos dicen que esa estrategia marcha viento en popa. Hace 1 año el 2%
de los niños y niñas entre 8 y 12 años conocían la figura de Franco… en la
actualidad son el 64%...¡¡y sigue subiendo!!”
“Quizá debamos ya de lanzar nuestro libro: Manual de
Resistencia. En las fotos sales guay; hemos suprimido a todos los cargos
políticos socialistas críticos contigo y premiado a todos, y TODAS, aquellos
que muestran caras, gestos y posturas sumisas”
Y así, de la mano de estos personajes, caminamos unos y otras
con paso dubitativo. Hartos de interpretar tantos y tantos gestos. Hartos de que nos oculten información, de que nos mientan con total descaro. Hartos de que nos manipulen hasta la extenuación sin ningún rubor ni pudor. Hartos de enfrentarnos. Hartos
de encontrar cientos de miles de ejemplos que demuestran la magnitud constante
de las mentiras.
Hartos de ver en los escaparates de las librerías “manual de
resistencia” y ningún ejemplar de “la biografía de Joseph Goebbels”.
Y al frente de este "despiste organizado" está Iván con una
capacidad tan grande de manipular que ya parece normal y es habitual colocar mujeres de
primera y de segunda; fiscales de primera y de segunda, ciudadanos de primera y
de segunda según su lugar de nacimiento y hasta agresiones a hombres de color de
primera y de segunda que merecen relevancia y atención según cómo piensen…
y alguno que lea esta última afirmación se dirá que caigo en exageraciones; no tanto:
a lo
largo del último año, Ignacio Garriga, hombre de color sufre insultos,
pintadas, descalificaciones. Su familia: idem. Su pecado no es ser un hombre de
color; es ser el represetante de VOX en la Comunidad Catalana. Este “negro” no
mola.