En tiempos de postureo y narcisismo descontrolado, África se
ha convertido para muchos en tierra ideal. De entre las múltiples ofertas de
ocio y diversión/descanso que el verano ofrece, el continente africano aparece
como lugar preferente para muchas personas. Hombres y mujeres, familias
enteras, acuden a disfrutar de lugares únicos tanto en la África interior como
en las maravillosas playas.
Junto a estas posibilidades ha surgido un “buenismo” en forma
de pseudovoluntarios que, como no puede ser de otra forma, inmortalizan su
“solidaridad” con cientos de fotos acompañados de niños y niñas “negritos” que
sonrientes miran a la cámara con la inevitable compañía del “sacrificado
voluntario”; y éste, abrazado…siempre ¡que no falte el protector abrazo!, ya
está pensando donde y a quién enseñar en su vuelta a la Europa insolidaria su
gran “sacrificio” en julio: su mes de descanso. Con suerte consigue alguna
instantánea del “negrito” compungido porque el voluntario se marcha.
Generalmente estas personas, solidarias para el exterior y el postureo, son
incapaces de dedicar un minuto de su ocio en su vida diaria, en la “protectora”
Europa, a las oportunidades que las ONG ofrecen en las ciudades para ayudar a
los cientos de miles de “negritos” llegados en pateras y/o de las más variadas
maneras.
Junto a estos personajes del postureo solidario contrastan
las personas que interiorizan su amor al continente africano y a aquellas
gentes, ejerciendo de SOLIDARIOS sustituyendo los selfies por auténtico trabajo
de concienciación. Dos personas me vienen a la cabeza: en primer lugar Lola
Hierro, trabajadora en EL PAIS y ganadora de múltiples premios de fotografía y
periodismo y colaboradora en organismos SOLIDARIOS en África. En su blog recoge
su inquietud y su lucha; y los que hemos tenido el placer de leer su libro “el
tiempo detenido”, lleno de anécdotas y descripciones de paisajes y personas,
comprendemos la necesidad de interiorización de la problemática de ese
continente tan cercano y lejano al mismo tiempo. Y la ganadora de tantos
premios de fotografía nos regala instantáneas de paisajes y personas entre entornos
naturales de una belleza increíble; pocas, por no decir ninguna foto, abrazada
o permitiendo abrazos de niños. A los que la conocemos sabemos que no faltarán
lágrimas en aquellos que la ven marchar a Europa después de cada viaje en el
convencimiento de que sabrá buscarles ayuda y apoyo allá donde lleguen sus
escritos, conferencias o fotografías. Los abrazos y las miradas, en estas
personas SOLIDARIAS, no son para la cámara; son para su intimidad y su
intimismo.
En segundo lugar: Ana Sendagorta, presidenta y fundadora de
la FUNDACIÓN PABLO HORSTMANN, que desde hace años lleva realizando una labor de
colaboración en los lugares más necesitados de África en el terreno de la
sanidad. Su vida son las campañas quirúrgicas y su aportación en ayudas
ginecológicas, odontológicas y oftalmológicas. Sus campañas de voluntariado
alcanzan a dar asistencia médica básica a los lugares donde los niños, antes de
llegar su Fundación, morían. Su solidaridad es tanta y tan “perfecta” que
atienden y trabajan para una vida mejor incluso para niños discapacitados.
Mirando las fotos de su labor en África, las imágenes que llegan de sus
voluntarios acompañados de niños, son mínimas. Tengo el placer de conocerla y,
al igual que en el caso de Lola, ambas llevan las fotos de aquellos niños en su
alma y en su corazón…, lejos de los socorridos selfies. Conociéndolas algo más,
en una descubres una oficina con seis o
siete personas trabajando sin parar; y en la otra un crío, trasteando por su
casa de Madrid integrado en su vida que reparte sonrisas sin control… como
Lola.
A veces echo en falta la figura del defensor del niño…del
niño africano, sometido una utilización fea y obscena por parte de voluntarios
de postureo.
Al tiempo echo en falta un reconocimiento para los
VOLUNTARIOS que llevan un móvil que utilizan solo por la noche para comunicar a
sus familias un escueto mensaje: “por aquí todo bien; trabajando sin parar y
ayudando lo que puedo”.
Ana Sendagorta |