Una cosa que se da a una persona como muestra de afecto o de
consideración. Esa es la definición de un regalo.
Siempre acepté con resignación la costumbre de ligar los
regalos a unas fechas determinadas: cumpleaños, celebraciones y/o festividades.
Y esa conformidad asumida la mal llevo en el convencimiento de que sería más
emocionante y hasta sincero regalar o recibir un regalo independiente de fechas
concretas. Algo así como unos permanentes Reyes Magos que trabajaran fuera del
conocido 5 de enero, haciendo buenas las palabras con las que Chaplin contestó
a un sorprendido amigo ante la llamada que el genial actor le hizo: “¿y por qué
me llamas después de tanto tiempo?¿pasó algo?” –“me acordé de ti y pensé que
era el mejor momento de ponerme en contacto contigo”
Con todo, hay algunas excepciones al binomio regalo/fecha; y
unas de estas anomalías suponen los pasos por el hospital.
Mi semana larga en un centro hospitalario para arreglar
alguna avería, provocó alguna que otra visita de amigos por el sanatorio; y con
éstos: algún regalo que conociendo mis gustos, los libros, es éxito seguro.
Así llegaron a mis manos tres libros: “se hace tarde y
anochece” que contiene una larga entrevista de Nicolas Diat al cardenal Robert
Sarah, el tercer libro de las “crónicas de Cazalet” de Elizabeth Jane Howard y
“Sidi” de Arturo Pérez-Reverte.
Una vez Instalado ya en casa, recibí la sorpresa de la visita
de AMAZON con una última incorporación a la biblioteca; esta vez con
dedicatoria incorporada: “es uno de los libros que más me ha emocionado, espero
que te guste tanto como a mí”.
Entiendo que la persona que regala un libro elige un puente
de comunicación diferente y en algunos casos asume un riesgo: la amenaza de confesar
emociones y esperar de uno que sea capaz de compartir esa pasión.
Y este ha sido el caso.
El libro: “Americanah”; la autora: “Chimamanda Ngozi Adichie”
y la autora de firma de la dedicatoria: Lola Hierro.
Las 611 páginas de “Americanah” tratan sobre una historia de
amor entre Ifemelu y Obinze originarios de Nigeria emigrantes a Estados Unidos e
Inglaterra en la búsqueda de orientar y organizar sus vidas. El relato del idilio entre
ambos es el pretexto para ir descubriendo un libro cuidado, elegante, primoroso,
impecable e inteligente.
Cuidado porque en las vivencias de ambos se alude a
situaciones ásperas y duras que la autora relata sin necesidad de utilizar un
vocabulario explícito y desagradable; la “relación” de Ifemelu con el
entrenador de tenis de Ardmore es un ejemplo de cómo se puede describir un
hecho traumático omitiendo los detalles escabrosos prefiriendo contar con la
complicidad del lector para dar forma al dolor.
Elegante porque consigue opinar sin ofender, manifestarse
echando mano del humor como descubrimos en la relación que la madre de Ifemelu
mantiene con su vida espiritual.
Primoroso por la manera en que con una sola frase Chimamanda Ngozi Adichie es capaz de
definir la infinidad de personajes y ambientes que aparecen como cómplices de
vida en la vida de ella, Ife, auténtica protagonista de la novela. Las
tristezas definidas como “un tono sepia en sus recuerdos”; o aludiendo las
complicadas relaciones entre parejas como “él lo decía como si, por alguna
razón, aquello fuera responsabilidad de esa mujer, y no suya”; precisando las
raíces de alguna amiga como “puede leer todos los libros que quiera, pero sigue
llevando la aldea en la sangre”; describiendo las escenas más comunes con
comparaciones llenas de encanto como las que se refieren al camino que recorren
las mujeres marchando a misa como “las viandantes, con su vistosa ropa de misa,
parecían flores movidas por el viento”.
Impecable como nos define en el personaje de Shan: “cuando
Shan entraba en la habitación, desaparecía todo el aire. Ella no respiraba
hondo; no lo necesitaba: sencillamente el aire flotaba hacia ella, atraído por
su autoridad natural, hasta que no quedaba nada para los demás”.
E inteligente, porque es capaz de colaborar en la ubicación de temas de rabiosa actualidad
centrándolos a través de las vivencias de los personajes: el
personaje femenino de Ifemelu, página a página, nos descubre de manera didáctica a una mujer viviendo de tú a tú en un mundo de hombres, conocedora
de las trabas que por ser mujer ha de padecer. Igualmente el racismo está
presente de manera continuada en el libro, dejando sobre la mesa la
problemática de ambos asuntos y provocándonos a encontrar soluciones actuando
como ella: como Ifemelu.
En definitiva: Americanah es un libro de obligada lectura y
de ineludible estancia en las bibliotecas de centros educativos.
Ameno para engancharte y profundo
para encandilarte.
En mi biblioteca ya figura junto al “mundo de ayer” de Stefan
Zweig, “la trilogía Transilvania” de Miklós Bánffy o “la trilogía las grandes
familias” de Maurice Druon entre otros.
A la hora de agradecer a Lola su regalo no tengo que recurrir
al socorrido y educado “interesante”, “curioso”, “divertido”. Me basta con compartir con
ella la emoción de la auténtica literatura: “la clase de historia humana que
leerá la gente dentro de doscientos años”
Y es que por mucho que pensemos que ya somos adultos de pleno, a veces la aparición de los Reyes Magos trabajando fuera del contexto del 5 de enero nos hace dudar.
¡Gracias Baltasar!