¡¡suerte Rafael...suerte Rafa!! ¡¡suerte MAESTRO!!


“alguien me dijo que el olvido está lleno de memoria”

La frase es de Mario Benedetti, y viene a mi memoria porque con el paso del tiempo voy olvidando lecturas, personajes e historias. Y entre estos olvidos está la anécdota, auténtica, de aquel maestro que en plena guerra civil española, en medio de la contienda, se mantuvo fiel a su “trabajo” y a su vocación. Entre familias enfrentadas, en un pequeño pueblo de la España profunda, el maestro mantuvo al grupo de alumnos de la aldea atentos a sus lecciones diarias. La escasez de medios con las que contaba la escuela le hizo a nuestro protagonista idear soluciones para continuar impartiendo diariamente sus clases. Y entre los más notables remedios a tanta carencia de medios estaba la manera en que comenzaba nuestro maestro su quehacer diario con el alumnado: acercarse al bosque cercano al pueblo en donde los escolares recogían hojas caídas de los árboles que después eran utilizadas a modo de hojas de papel sobre las que escribían los niños.

Y es que la profesión de educador está un peldaño por encima de cualquier otro empleo que las personas puedan ejercer. La vocación indispensable para ejercer como tales les convierte en seres especiales. Posiblemente los maestros sean las personas que, para bien o para mal, marcan con más firmeza la vida de los individuos.

Con todo no es fácil encontrar MAESTROS en un mundo tan cambiante como el actual. Y aquellos, que con pasión comenzaron su carrera profesional dedicándose a la enseñanza, van averiando su presteza de la mano de “compañeros” de viaje, dañinos y tan presentes en la sociedad en la que nos movemos. De forma que muchos de aquellos jóvenes profesores que comenzaron férreos y seguros en su ilusión por la enseñanza, se pervierten y corrompen con el recorrido del tiempo mudando su sueño de educadores convirtiéndose en funcionarios acomodados, simples animadores y/o disciplinados, dóciles y manejables individuos sometidos a los caprichos de empresarios de la educación.

Al final: muchos profesores y pocos maestros. Muchos maquinales instructores y pocos MAESTROS capaces de “salir al bosque en busca de hojas”.

Desde mi posición cercana al mundo de los colegios observo la evolución de las personas dedicadas a la enseñanza.

A todos mi consideración.
A unos pocos mi respeto y mi admiración por su interés en ayudar desde su “profesión” a crear un mundo mejor; a todos aquellos que, entre el barro y la basura esparcido por algunos, son capaces de seguir el camino que les marca su conciencia y su vocación.
¡¡Suerte Rafael…suerte Rafa!! ¡¡suerte MAESTRO!!