25 de marzo: SÍ A LA VIDA


Hoy: 25 de marzo

Tiempos de desasosiego, angustia e inquietud en aquellos confinados en sus casas; casas que hoy, más que nunca, son hogares.

Tiempos de añoranza, tristeza y soledad en aquellos que se ven aislados en cualquier cama de algún hospital del mundo.

Tiempos de pena y dolor en aquellos que han perdido a algún ser querido.

Son tiempos de humildad extrema. Humildad para comprender que siempre hay un héroe con más protagonismo que uno mismo.
Acatar las normas de confinamiento en casa es un esfuerzo insignificante si nos comparamos con todos los que nos rodean. El vuelco en el protagonismo de las personas resulta paradójico. La contradicción de lo que estamos viviendo lleva a enclaustrar en casa al “grandioso”, cediendo el protagonismo al “anodino”; el redicho que jugaba a meditar se ve de repente obligado a recapacitar de verdad y el que pensó que la única fortuna estaba en el banco contempla pasmado el reposo del que iba depositando su capital en la esencia de las cosas.

La vivencia actual parece estar dictada por ALGUIÉN supremo, por ALGO que se manifiesta como definitivo.
Conducirse sin atender a ese ALGUIÉN y/o ALGO tiene estos efectos: desconcierto, soledad, desajuste y turbación.

Hace dos semanas escasas asistíamos a un intenso debate para valorar la conveniencia de invertir en los cuidados paliativos o dejar a la libre elección del ciudadano el día de su muerte. Ocupar el esfuerzo de los humanos en negociar con ese ALGUIÉN su sereno tránsito a otra vida era una opción; la otra desconectar prescindiendo de ese ALGUIÉN y poner en manos del ciudadano el momento de elegir su final. Aquel debate se antoja muy lejano y ha dado paso  al sobrecogimiento que aparece a modo de trampa y que supone el contabilizar el número de muertos diarios. 
Estremece la extrema soledad de los que se están marchando y conmueve la despedida de éstos cogidos a la mano de seres ocultos y disfrazados, enfermeras y enfermeros “sin cara”. La escena parece una sugerencia de AQUEL del que se prescindió en el debate que deja en el ambiente de todos los hospitales del mundo una opinión que flota en el ambiente: SÍ A LA VIDA.

Pocas renta positiva está dejando esta crisis sanitaria en la que andamos inmersos; muy pocas. 
Dos generaciones completas sorprendidas y pilladas a contrapié. 
De repente queda al descubierto el deteriorado sistema político que tenemos, que permite llegar al poder a unos incompetentes extremos, imbuidos de soberbia e incapaces de gestionar esta crisis. Incluso se adivina un cierto desconcierto en aquellos que son la voz de ese ALGUIÉN en la tierra sorprendidos también en debates terrenales. Queda al descubierto las inmensas carencias con las que deambulamos los humanos por este mundo demostrando que la formación y preparación que tenemos se muestra del todo escasa e insuficiente.

Pero en medio de tanta preocupación por una enfermedad cruda y desconocida, una estadística nos resulta esperanzadora: los niños, los recién nacidos, están dispensados de este mal; parecen como protegidos. No existe medicamento que les defienda. La custodia que les protege es una incógnita, un enigma para casi todos. Resulta una paradoja que el virus que hoy, 25 de marzo, ha causado 738 muertos no puede con los “más indefensos”. Incluso asistimos a la muy grata noticia que el “mortal” bacilo no afecta a los niños que esperan en el seno materno.

Ese enigma y esa incógnita queda para ese ALGUIÉN con el que hace tiempo no se negocia.

Hoy, 25 DE MARZO, ES EL DÍA INTERNACIONAL DE LA VIDA