Siempre me han atrapado más las personas que estructuran su existencia desde el interior, ignorando buscar el fundamento de su validez como persona en la grandeza de la gratitud que reciben del exterior.
Admiro más aquellas personas cuya belleza no radica en su apariencia ni en lo que dicen, sino en lo que son.
Hoy, 8 de marzo, en el EL DÍA DE LA MUJER queremos recordar desde esta plataforma de difusión cultural, a cuatro mujeres escritoras que en muy diferentes entornos y circunstancias personales, ensalzaron y prestigiaron la figura de la mujer.
Jane Austin, Louisa Alcott, Emily Bronte y Virginia Woolf representan el ejemplo vivo y permanente de mujeres cuyo éxito radica mucho más allá de que cuadre o no su obra literaria en nuestros gustos; su valía está hoy, más presente que nunca, en la obligación de firmar algunas de ellas sus obras bajo pseudónimos masculinos para sortear las dificultades latentes en el siglo XIX, y en desplegar desde la cultura, el intelecto y el pensamiento el estandarte del mérito de la mujer.
La cultura engendra progreso y sin ella no cabe exigir de los pueblos ninguna conducta moral.
Hoy nuestro reconocimiento a tantas y tantas mujeres que desde las letras se han afanado por romper caminos a favor de la equidad de las mujeres.