Quisiera del recuerdo borrar el espanto. Antonio García Vargas

 

 

A lo largo de estos dos meses en que nos comprometimos a crear una plataforma cultural centrada en la literatura a través de la página imposibleyreal, hemos tenido la oportunidad de conocer todo tipo de lugares en donde tienen acomodo estilos, maneras y personas relacionadas con el maravilloso mundo de los libros.

Y es que el humanismo consigue aunar en un mismo campo a autores en busca de espacio, menores singulares enamorados de los libros, o a personas procedentes de países tan opuestos como Alemania, Australia o Nigeria fusionados por una novela tan universal como es “Crimen y castigo” (Dostoievski).

A través de este soporte intentamos recomendar lecturas, incorporamos nuestros propios escritos, recogemos ideas y textos que nos van llegando, aportamos reflexiones y vamos diseñando proyectos que gradualmente os iremos presentando.

Y nos consideramos inmensamente afortunados de pertenecer a esta comunidad en donde conviven, convivimos, personas con tan diferentes inclinaciones en un clima de respetabilidad tan complicado en otros campos; “no es el tipo de libros que leo, pero gracias por tu consejo”, “envidio tu capacidad de afrontar un libro de tantas páginas…, a mí me cuesta” son reflexiones asiduas entre los LECTORES.

Entre las secciones de nuestra página, sostenemos una creada para recordar personajes, anécdotas y/o conmemoraciones en días muy señalados.

Hoy, 11 de marzo, y en recuerdo del terrible atentado que padeció Madrid hace 17 años, recogemos un poema de Antonio García Vargas, incluido en la obra  "11M: Poemas contra el olvido", recopilación de poemas cuyos beneficios van destinados a las Víctimas del 11M.

 

QUISIERA DEL RECUERDO BORRAR EL ESPANTO

regresar al pasado

y dar marcha atrás.

Quisiera ser del grito nota de silencio,

de la tibia mañana, concierto de paz.

De la segada vida soplo de tristeza,

nota dolorida

de cantos que suspiran,

de llanto y soledad.

Quisiera ser del violín la cuerda sonora,

resonancia imposible de un eco

sin final.

De doscientas voces alzadas al viento

quisiera ser el tono

el ritmo, el compás.

Más…

sólo soy poeta, rapsoda del lamento,

aedo de mil lágrimas

amargas y versos,

quijote de la estrofa,

entonando roto el pecho

mi canto de juglar.